Del análisis realizado por Álvaro Fischer y Francisco Covarrubias (martes), hay algunas afirmaciones que vale la pena destacar. Por ejemplo, cuando auguran que los sectores por el Rechazo serán vistos como un grupo que “se opone a los cambios, que no tiene empatía con las demandas ciudadanas”. Al mismo tiempo reconocen que, como siempre el Estado interviene tarde y mal, es relevante persuadir a la ciudadanía de que la Constitución no garantiza derechos sociales exigibles judicialmente, sino aspiraciones sociales.
Una lectura entre líneas nos conduce a las siguientes conclusiones. Que las personas sensatas por el Apruebo no se hacen cargo de la “hoja en blanco” y suponen garantizados los derechos fundamentales, descartando de plano que en el mediano plazo la ciudadanía vea, en quienes impulsaron este proceso, a los que terminaron por horadar la institucionalidad que los protegía del incontrarrestable poder del Estado.
También es interesante observar la caricatura que se ha instalado en cuanto a que los buenos están por el Apruebo, abrazan los cambios y desean un nuevo Chile, mientras los malos del Rechazo no tendrían ánimo alguno en avanzar soluciones a los problemas del país.
En vistas a que el malestar responde fundamentalmente a la pésima gestión de un Estado que se resiste a su modernización y que el cambio de su forma subsidiaria a solidaria solo empeoraría el problema, sería sensato que los partidarios del Apruebo repensaran su posición. Ello en vistas a lo que el proceso constituyente significa para una parte importante de quienes ven en la opción Apruebo una oportunidad para mejorar sustancialmente su calidad de vida. Al contrario, sabemos que la incertidumbre frenará toda inversión y, consecuentemente, la creación de empleos.
Concluyendo, queda en evidencia que la legitimidad del Apruebo se funda en el buenismo político tan propio de nuestra democracia. Por último, recordar que en política debiese primar la ética de la responsabilidad y que el intento por abrir las grandes alamedas solo trajo hambre, dolor y sufrimiento. (El Mercurio Cartas)
Vanessa Kaiser
