Deberes- Patricio Zapata

Deberes- Patricio Zapata

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Soy parte del 35% que votó anteayer. Soy parte, también, del universo de ciudadanos cuyo candidato perdió. Permítanme, desde esa perspectiva, compartir un par de reflexiones sobre los comicios del domingo.

Quiero comenzar deplorando la alta tasa de abstención. No me parece sano que dos tercios del padrón haya preferido quedarse en la casa. Conozco los muchos argumentos que sirven para desdramatizar este fenómeno. Ahora bien, y más allá de cualquier tipo de comparaciones con otras democracias o con otras épocas, el hecho objetivo es que este domingo recién pasado votaron para elegir alcalde 2.300.000 personas menos que hace 24 años (que fue cuando volvimos a elegir democráticamente los municipios).
Es evidente que este fenómeno responde a varias causas. No es poca, por supuesto, la responsabilidad de coaliciones que promueven candidaturas poco atractivas. Incide, también, evidentemente, el repudio, y consiguiente alejamiento que provocan los escándalos de corrupción. Operan, además, sin duda, factores de índole cultural que trascienden nuestras propias fronteras. No obstante entender que la abstención tiene raíces, no puedo sumarme al coro de quienes piensan que estamos ante un hecho contra el que no puede hacerse nada. Tampoco puedo condonar el discurso de quienes creen que una vez mejorada la oferta, aumentará el rating. La ciudadanía es mucho más que un tipo de consumo. Es un hábito cívico que arranca, no de la admiración por los candidatos atractivos, sino que del amor a la Patria. Cuestión distinta es que yo reconozca que los partidos políticos deben siempre intentar seleccionar a mejores candidatas y candidatos.

Llamo a los comunicadores sociales, a los maestros, a los líderes sociales y a los padres a no guardar silencio cómplice cada vez que escuchen a alguien decir cosas como “todos los políticos son corruptos” o “da lo mismo, son todos iguales”. Esas frases son falsas (porque no todos son corruptos) y, las más de las veces, son cortinas de humo lanzadas para esconder la falta de información y de pensamiento propio. De paso, parece excusa de buen tono para ahorrarse el esfuerzo de ir a votar. A quienes pretenden justificar su abstención como una forma de protestar quisiera decirles que, mientras no exista alguna manera confiable de diferenciarles a ellos, y sus motivaciones críticas, de los varios millones que simplemente prefirieron dormir hasta tarde, jugar videojuegos o chatear con amigos; su peculiar manera de “manifestarse” se diluye, y se confunde, en dicho océano de flojera e individualismo.

El sabor amargo que me dejó la alta abstención, intensificado, hay que decirlo, porque mi candidata perdió, se vio compensado por tres hechos cívicamente valiosos en lo personal. Primero, mi padre interrumpió, por un rato, la celebración de su cumpleaños para ir a votar; segundo, mis tres hijos millennials universitarios cumplieron, también, con su deber republicano. Y tercero, Carolina Tohá mostró en la derrota toda la humildad y dignidad que han marcado su trayectoria desde aquella época en que lideraba la Fech contra la dictadura. Una nueva demostración de espíritu democrático. (La Tercera)

Patricio Zapata

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