Cuesta abajo (tango)

Cuesta abajo (tango)

Compartir

El lunes después de las elecciones, el pánico se abatió sobre los argentinos, al menos la parte de aquello que se refleja en los mercados financieros. La magnitud del impacto ha sido enorme; las acciones se derrumbaron 38%, una pérdida en dólares (por devaluación) de casi 50% para un solo día. Un récord mundial. Ni en la gran crisis de 1929 se había visto algo así. Es, posiblemente, la peor caída diaria de… ¡la historia financiera universal! Tras eso, el vecino país se ha sumido en una crisis, otra más, en el recurrente prontuario de defaults, bancarrota y descrédito que los ha caracterizado por los últimos 50 años.

El Presidente Macri fue bochornosamente derrotado. El golpe fue tal que en la práctica queda un Presidente paralizado, y sin alternativa; ni la habrá hasta que se realicen elecciones, no antes de octubre.

Se ha afirmado que el pánico se debe a lo inesperado del resultado, lo cual sería (¡una vez más!) culpa de las malignas encuestas. Creo que no es así. Revisando los sondeos, se aprecia que la mayoría de ellos presagiaba correctamente un triunfo del peronismo. Lo que ninguna encuesta fue capaz de prever, eso sí, es la magnitud de la diferencia, más de 15 puntos. La encuesta más cercana (Raúl Aragón y Asociados) vaticinaba antes del domingo que Fernández se impondría con 42,2% sobre el 35,9% para Macri. El resultado final fue 47,4% y 32,2%, respectivamente. La última edición del Economist preveía, basado en datos de encuestas, que Fernández ganaría la elección “por estrecho margen”. Como se ve, el triunfo del peronismo kirchnerista estaba inequívocamente anunciado, si bien no en toda su magnitud.

El resultado argentino ha esparcido un escalofrió sobre unos mercados ya dolorosamente golpeados por la absurda guerra comercial de Trump y los indicios de recesión que parecen insinuarse en diversos indicadores. En Chile ya se manifestaron los primeros efectos, reflejados en la importante pérdida de valor de empresas chilenas que mantienen inversiones al otro lado de la cordillera. El Presidente Piñera ha reconocido que la debacle argentina “nos va a afectar”, y no podría ser de otra manera.

Pero quizás la peor derrota, la de efectos de más largo plazo para Argentina y la región, es que se desvanece la posibilidad, que por algún momento representó Macri, de intentar volver a la disciplina fiscal, control de la inflación, recuperar las libertades individuales, todo eso que tan buenos resultados ha traído para tantos pueblos que lo han intentado. El virtual triunfador del domingo, Alberto Fernández, proclamaba en su campaña que Argentina “no sería capaz de pagar sus deudas”; advirtiendo, en la práctica…, un nuevo default.

Por un buen rato los argentinos (quizás temporalmente aliviados) pueden olvidarse de la disciplina del mercado, de los molestos equilibrios macroeconómicos, del valor del esfuerzo individual.

Que Evita los ayude

Roberto Méndez/La Tercera

Dejar una respuesta