¿Cuáles son los resultados?

¿Cuáles son los resultados?

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Vivimos en una sociedad mediática, pendiente de las imágenes, las que se han tomado el escenario político, donde resultan muchas veces más importantes que los hechos o más trascendentes que las realidades, que debiesen ser las que importaran y fueran las que ordenaran y guiaran el curso de la política.

Esta preeminencia de las imágenes ha trastocado el debate al punto que ya no se sabe a quién creer y se usan las nuevas tecnologías para crear una realidad » virtual» que deforma y falsea la situación política. En el caso de las elecciones, se ha puesto de moda que ya no se pierden o ganan sino que se explican, ratificándose con ello el mal hábito de distorsionar los hechos y presentarlos como a cada cual más le convengan.

Pero,  el pasado domingo 23, en las elecciones municipales se creó una situación que no admite dudas, aún cuando tiene una contradicción en su propia estructura: el bloque de gobierno, la Nueva Mayoría, sufrió una derrota, disminuyó en más de seiscientos mil votos su apoyo electoral y vio reducida la cantidad de municipios bajo su dirección.

No obstante, en la representación de concejal@s, logró una votación total superior a la derecha en cerca de trescientos mil sufragios, lo que le permite seguir como opción, con vistas a las presidenciales y parlamentarias del próximo año.

No cabe duda que lo más impactante fue la altísima abstención, situada en torno a los dos tercios del electorado en condición de votar. Es decir, que por cada persona que fue a sufragar hubo dos que no lo hicieron, lo que provoca una sustantiva baja en la representatividad de los gobiernos locales que parten en un mes más, los que quedan con menos respaldo social para cumplir su labor, de alcance decisivo para la comunidad.

En lo político, la abstención debilita más a las fuerzas de centro y de izquierda, las que en términos globales se ven afectadas en las tres cuartas partes de esa caída del universo de votantes. Son más de 800 mil las personas, en relación al 2012, que se restan de ir a las urnas y son más de 600 mil los votos que baja la Nueva Mayoría y otros grupos que no son de derecha. En concreto, la abstención de una parte de su propia base de apoyo fue lo que se convierte en el ámbito de la política, en un duro golpe para la Nueva Mayoría y el gobierno que sustenta.

Por tanto, el malestar social afecta mucho más la tarea política de los Partidos de la Nueva Mayoría y es una visión crítica, e incluso de queja y reclamo, hacía la acción de gobierno. La derecha a pesar de Penta, SQM, Corpesca y otros, logró que los suyos fueran a votar, mientras que muchos fuertes críticos que condenan a diario esa coalición «neoliberal», no se tomaron la molestia de ir a sufragar.

A ello se suman las pugnas, desencuentros, conflictos y pugilatos entre los Partidos que son la base de apoyo al Ejecutivo. Es imposible saber la correlación exacta entre estos factores, pero entre las peleas ínter partidarias y los reveses oficialistas como la llamada «ley exprés», y otros incidentes desafortunados, se fueron alejando, hasta que se perdieron en la bruma de los desaciertos, las voluntades de más de medio millón de personas.

Tomar conciencia que las cosas no se han hecho bien no debiese inducir una conducta contestataria que agrave las dificultades y genere esas interminables polémicas en que se cae en la vorágine que «palabras sacan palabras» y los protagonistas, simplemente, se entregan a una espiral conflictiva que los termina ahogando, sin que sea posible abrir un paréntesis que retome el diálogo y se busque una vía de solución.

Entonces, hay redefinir prioridades y corregir metas inalcanzables, para eso hay que reflexionar. No más pugilatos verbales. No hay espacio para más pérdidas. Se requiere dejar de lado el desapego, la improvisación y el descompromiso para reformular una tarea que sembró de ilusiones el país hace tan solo tres años, en la última campaña presidencial.

Los Partidos son esenciales en democracia, deben ser respetados y escuchados, pero la tarea de dirigir el Estado y la economía corresponde al gobierno, para eso fue elegido y esa es la base principal de la gobernabilidad democrática. Cada cual en lo suyo.

Cuando un Partido hace exigencias como si fuese la única fuerza gobernante, en una especie de vacío de poder imposible de producirse, se está situando a sí mismo en una posición inviable, insostenible de prolongar en el tiempo. Por eso, lo que se debe hacer es retomar el diálogo, hablar mucho, «abuenarse».

Las reformas son necesarias, pero hay que hacerlas bien, sino se agrava el desencanto y la distancia de la ciudadanía frente a la política. No hay que rendirse, pero hay que actuar con unidad, colocando el acento en lo que une y no en lo que divide. Así, se podrá caminar y no sucumbir ante las dificultades. (Cooperativa)

 Camilo Escalona

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