Cosecharon tempestades

Cosecharon tempestades

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El paisaje me recordó la frase bíblica: “Sembraron vientos y cosecharon tempestades”. Vi tempestades por doquier. Que la ministra Vivanco, que Tonka Tomicic, que el candidato a fiscal de Aysén; que renuncias, peticiones de renuncias y desmentidos; que políticos, jueces y empresarios en un baile donde Luis Hermosilla parece ser DJ y anfitrión. Sodoma y Gomorra. En el ámbito económico también. Entre 2014 y 2023 el crecimiento promedio del PIB fue de un magro 1,9%; y días atrás, el Banco Central nos alertó que el PIB tendencial entre 2025 y 2034, si no se altera la inercia con que se mueve nuestra economía, será de un ¡1,8%! O sea, nos anuncia posibles 20 años perdidos: si al 1,8% le restamos el crecimiento de la población y si a eso le restamos los mayores intereses de la crecida deuda pública y el peso de un Estado que engorda, la satisfacción de demandas sociales quedará para otras generaciones.

Pero, no nos distraigamos en la fanfarria noticiosa de cada día. Durante 10 años al menos se han sembrado los vientos que ahora cosechamos. Ataque sistemático a la institucionalidad, resquicios para burlar resguardos constitucionales de la disciplina fiscal, la consigna barata contra los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos, clamores desgañitados contra el “neoliberalismo” y por “un nuevo modelo”, legitimación política de la violencia, el saqueo y la quema del Metro; un aberrante texto de la Convención Constitucional que llamaron a aprobar, socavamiento persistente del prestigio y de los recursos para un ejercicio estatal eficaz del monopolio de la fuerza contra la delincuencia y el terrorismo, crisis en educación, salud y construcción, desprecio por el crecimiento económico y el empleo formal. La tempestad que provocó el corte de luz masivo reciente, pareciera testimonio físico de las que nos están asolando.

Nunca olvidemos la siembra de vientos. La cosecha tarda. Es más fácil distraerse en el pequeño escándalo, que saber sopesar las consecuencias de una mala siembra de años. Son 10 años de demolición sistemática de lo que ahora comienza a valorarse, al contrastar lo que Chile era y es. Hasta los sembradores reconocen su fracaso, cuando no defienden lo que antes sostenían y valoran lo que antes denostaban.

Sin embargo, queda para nosotros la pregunta. ¿Estamos condenados a perder 20 años en tempestades provocadas por estos sembradores de vientos? No, no es así. Han sido 10 años perdidos, es verdad. Y serán 20 si nos resignamos a la inercia social, económica e institucional que nos ilustran las noticias de cada día. En vísperas de elecciones recordemos que de la decisión ciudadana depende seguir en el acostumbramiento a la tempestad o iniciar la siembra de otros futuros. Fuimos capaces de hacerlo, contra todo pronóstico previo, cuando nos jugamos en los plebiscitos de 1988 y del 4/S de 2022. De nosotros depende.

Óscar Guillermo Garretón