En una carta enviada a La Moneda, con destinatario la Presidenta de la República, Rafael Guilisasti presentó su renuncia a la Corfo el 3 de septiembre. La noticia, en todo caso, no llegó hasta las oficinas de la Corporación sino hasta el fin de semana pasado, desatando la molestia de todos los consejeros.
Lo peor vino el lunes. Tras conocerse el destino de Guilisasti comenzaron el análisis legal de la situación, considerando el conflicto de interés con el que se va al conocer toda la estrategia legal de la Corfo en el arbitraje con SQM por el Salar de Atacama, puesto que el consejero conocía al detalle los lineamientos trazados.
Sin embargo, el resultado es que nada puede hacerse porque el empresario no era empleado público. En todo caso, el malestar está. «Se puso en una situación de conflicto de interés impresentable», dice un cercano; mientras que en el gobierno comentan que tras la voltereta, la reputación de Guilisasti saldrá muy dañada, porque además, esta es primera vez que un consejero de la Corfo nombrado por un presidente de la República renuncia para irse a trabajar con una empresa con quien el Estado tiene un litigio.


