Con la mira en 2020

Con la mira en 2020

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Donald Trump ya está en campaña. Su discurso del Estado de la Unión, hace unos días, lo mostró confiado y dispuesto a enfrentar todos los obstáculos que le puedan poner, o los que él mismo se ponga, para llegar a 2020 en buena forma para ganar la reelección.

Eso puede uno deducirlo de los temas que eligió para explicarle a sus » fellow americans » lo buen Presidente que ha sido: está a cargo de un país no solo próspero, sino en un » boom económico sin precedentes», donde está dispuesto a controlar la inmigración -que representa, para él, el más grave peligro, con la nueva caravana de centroamericanos-, con éxitos tangibles de política exterior, como la reunión con Kim Jong-un. Y también, de los que dejó fuera del discurso por ser incómodos, como el cierre del gobierno, el shutdown , que podría volver si no se pone de acuerdo con los demócratas.

Bernie Sanders, con su típica displicencia, le enrostró que eso de la prosperidad quizás era cierto para sus amigos, los que van a Mar a Lago, su resort en Florida, pero no para el resto de los trabajadores norteamericanos cuyo promedio de salario (corregido por inflación) es menor al que recibían en 1973.

Puede que esto sea una exageración, pero lo más probable es que ninguno de los dos esté siendo totalmente riguroso, puesto que si bien hay buenas señales en la economía americana, como el aumento del empleo y la perspectiva de tasas de interés bajas, hay otras que dan cuenta de una situación inestable, como la volatilidad en las bolsas, los vaivenes del dólar y la guerra comercial con China.

En lo que sí acertó, a mi juicio, es en su ataque frontal al socialismo y en su temor de que en Estados Unidos se esté hablando tan livianamente de «adoptar políticas socialistas». Era obvio que se refería a Sanders (que se autodefine como «socialista democrático»), pero también a otras figuras demócratas, como la senadora y precandidata presidencial Elizabeth Warren o la estrella emergente del Congreso Alexandria Ocasio-Cortez, quienes plantean, por ejemplo, subir impuestos hasta el 70%, en una reacción populista a las reducciones de Trump.

Con la crisis de Venezuela de trasfondo, su defensa de la «independencia y libertad» adquiere mucho sentido, y, a pesar de que la mayoría de los demócratas es más cercana al socialismo europeo que al chavista, no deja de tener razón al expresar alarma. «El socialismo en Venezuela creó la más abyecta pobreza… Renovaremos nuestra resolución a que EE.UU. nunca será un país socialista», fue un mensaje que recogió aplausos del bando republicano y muecas del partido opositor.

Y no fue casualidad que hablara de Venezuela, en medio de la crisis humanitaria y de la vanguardia que tomó en el apoyo a Juan Guaidó, y su entusiasmo por liderar un cambio de régimen, uno al que los chilenos, que han acogido a cientos de miles de venezolanos que escapan del descalabro bolivariano, están dispuestos a respaldar. Un tema que divide a la izquierda aquí y en el mundo, con la Internacional Socialista desconociendo a Nicolás Maduro y el Frente Amplio en pugna interna por su apoyo al chavismo.

Si bien Trump ha acertado en su política hacia Maduro, sería un error fatal que, por cálculo mezquino, interviniera unilateral y directamente en el proceso que hasta ahora guía Guaidó con gran responsabilidad y sensatez. (El Mercurio)

Tamara Avetikian

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