Con la mente abierta

Con la mente abierta

Compartir

El CEP, como toda institución longeva, ha tenido sus crisis. Mejor habría sido evitarlas, pero eso solo se logra en un mundo ideal. En el real, una institución fuerte aguanta las crisis y las aprovecha.

La primera ocurrió con el desplome de sus dos principales donantes en 1983. Allí el CEP aprendió algo que le ha servido para garantizar tanto su solvencia económica como la libertad de sus académicos: no depender de ningún grupo económico en particular. La segunda crisis se dio en las elecciones de 1993. El CEP, cuya encuesta se había instalado como la más prestigiosa del país, cometió el error de hacer una en boca de urnas, sin la experiencia apropiada, y le fue mal. Tras ese error se ha ido acentuando incansablemente el cuidado y la seriedad con que se prepara y ejecuta cada encuesta. La tercera crisis fue la salida de Arturo Fontaine, arquitecto intelectual e inspiración espiritual de ese CEP íntegramente liberal que va surgiendo a partir de 1983, y que ha sido un invaluable referente en el país. La cuarta y -¡hasta ahora!- última ha sido el caso de colusión que desencadenó la renuncia como presidente de ese otro pilar del CEP que ha sido Eliodoro Matte.

Unas palabras sobre este caso. La competencia es lo que les da legitimidad moral y eficacia económica a los mercados, cuya defensa ha estado en la esencia misma del CEP. Que la CMPC se haya coludido durante años es gravísimo. El mismo Matte ha dicho que si los chilenos están enojados con lo que pasó, tienen toda la razón. Pero este caso de colusión, como cualquier otro, requiere un análisis profundo, por impopular que sea hacerlo en el ambiente justiciero que hay en el país. A riesgo de ser apedreado, me voy a permitir hacer unas preguntas.

¿Estamos seguros de saber dónde está la línea entre la competencia «sana» y aquella competencia «desleal» en que el más fuerte elimina al más débil en una guerra de precios? ¿Nos consta que las autoridades chilenas siguen la costumbre internacional de medir el daño al consumidor en estos casos, antes de arremeter con escándalo contra algún culpable? ¿Qué pasa si no hay daño, o si el daño hubiese sido peor si el más fuerte hubiera quedado solo en el mercado? ¿Quién le pide al Estado que compense a los consumidores en un país en que hay aranceles altos? ¿Es tan fácil que un directorio cumpla, con eficacia total, un rol policíaco en una empresa grande? Sin duda debe tratar de hacerlo; más aún, debe promover un clima cultural que evite desmanes. Pero que siempre se logre es otra cosa. ¿Y qué empresa, chilena o extranjera, podría sobrevivir incólume una inspección de Kroll? Esta empresa fue contratada por el directorio de CMPC para investigar si había colusión, y entraron con esas tropas de detectives de alto vuelo que tienen, que se inmiscuyen en todo como perros de presa. Finalmente, si el directorio sabía que había colusión, ¿por qué los tuvo que contratar? Fue Kroll -no la FNE- la que descubrió los desmanes descritos en la auto-denuncia de CMPC, los que la FNE nos comunicó con tanto bombo.

Vuelvo al CEP y a Matte. Como parte del CEP, he sido testigo durante 27 años de cómo él apoyó con su filantropía y su tiempo la institución abierta y liberal que tratábamos de forjar. Él siempre entendió el valor de un CEP que defendiera la libertad y la competencia, pero nunca los intereses de alguna empresa o sector en particular. Ese principio lo enunciaba Matte con firmeza implacable. Por eso mismo, y dada la ejemplar probidad de su vida, es muy doloroso para él lo que pasó.

La colusión es grave, y golpea sobremanera cuando la comete una empresa emblemática. Pero grave también es el ambiente de circo romano que hay en Chile. Es uno de tantos temas que podría estudiar el CEP reseteado que parte ahora.

Dejar una respuesta