Chilenidad y patriotismo- Alejandro San Francisco

Chilenidad y patriotismo- Alejandro San Francisco

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Cada 18 de septiembre renace el sentimiento patriótico en Chile, a través de algunas manifestaciones tradicionales cuyo origen se remonta al siglo XIX: las chinganas, pampillas o ramadas, donde se expresa la celebración popular; los bailes y galas musicales oficiales; la gran Parada Militar, llamada juegos de guerra en el pasado; el Tedeum, originalmente católico y hoy extendido a la Iglesia Evangélica y adquiriendo un carácter ecuménico.

Paralelamente, Chile desarrolló lo que se podría denominar una autoimagen, confirmada por la visión que otras naciones tenían sobre el país: así surgió el “excepcionalismo chileno”. El 9 de abril de 1841 el periódico El Araucano hablaba de “la excepción honrosa de paz y estabilidad, de orden y libertad que presenta Chile en medio de los desórdenes de la anarquía y de las demasías del poder arbitrario que afligen a la mayor parte de los estados hispanoamericanos”. En la década siguiente el escritor argentino Juan Bautista Alberdi propuso un brindis por “la excepción honrosa de América del Sur”, precisamente Chile, en un banquete celebrado en Valparaíso en 1852, que recuerda Simon Collier en uno de sus escritos. La razón radicaba en la estabilidad institucional, mientras el patriotismo se vería acrecentado por la victoria en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y la repetición del estribillo del himno de Yungay, una especie de segundo himno nacional.

Es evidente que el tema es más complejo y que en dos siglos de vida independiente Chile ha tenido tanto logros como dificultades, avances institucionales como guerras civiles, golpes de Estado, división política y polarización en diversos momentos. La historia permite mirar las cosas con más perspectiva, con legítimo orgullo cuando corresponde, pero también con matices y deseos de no repetir las caídas. ¿Cómo se expresa el patriotismo en el siglo XXI? Es de esperar que no haya guerras y que, a pesar de las legítimas discrepancias propias de la democracia, existan ciertos temas en que Chile pueda encontrar un desafío común para enfrentar con decisión tareas de futuro: un país sin pobreza y sin campamentos y donde todos pueden vivir dignamente sus últimos años pueden ser algunos de esos grandes objetivos.

Después de todo, Chile es territorio e historia, pero sobre todo es su gente y su capacidad de definir sus propios destinos personales y colectivos.

 

El Mercurio

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