Si se le pregunta a Anna Schnellenkamp qué piensa sobre un sitio de memoria en la antigua Colonia Dignidad, su indignación se hace sentir. Creció y vivió la colonia durante 30 años, experimentando de primera mano el terror psicológico, los trabajos forzados y la tortura. El hecho de que todavía no se haya juzgado a muchos de los perpetradores y cómplices es algo que no logra entender.
«Estoy a favor de un sitio de memoria, pero este debe contar toda la verdad. No hay que olvidar que la primera persona que denunció lo que ocurrió entonces fue detenida. Y vemos que el Estado chileno está eludiendo claramente su responsabilidad por todo lo que ocurrió aquí».
Anna Schnellenkamp, en 2016, en Berlín, tras una reunión con grupos de víctimas de Colonia Dignidad.
Schnellenkamp es una de esas personas a las que Chile y Alemania defraudaron dos veces. Una vez, en su infancia y juventud, cuando el líder pedófilo de la secta, Paul Schäfer, presentaba al exterior un mundo aparentemente ideal, según sus cánones, mientras, internamente, montaba un brutal aparato represivo en el que se perpetraban sistemáticamente la violencia sexual, la tortura y la privación de libertad. Y ya como mujer adulta y madre, fue estigmatizada por seguir viviendo en lo que es actualmente Villa Baviera.
LUZ VERDE DE LA COMISIÓN CHILENO ALEMANA
Más de tres décadas después del fin de Colonia Dignidad, un sitio de memoria y un centro de documentación exhibirán por fin el reino del terror de Schäfer. Recientemente, la llamada Comisión Mixta Chileno-Alemana por Colonia Dignidad celebró su undécima sesión en Berlín. En un comunicado de prensa, se dice lo siguiente sobre el lugar de memoria previsto:
«Este órgano debería garantizar la participación de todos los grupos de víctimas y organizaciones de la sociedad civil implicadas, y también hacer propuestas para las personas que viven actualmente allí.»
VÍCTIMAS EXIGEN SITIO DE MEMORIA
Sin embargo, las víctimas del brutal aparato represivo de Colonia Dignidad no siempre están de acuerdo en cómo deben recordarse las atrocidades cometidas allí y cómo se debe abordar el asunto.
Por un lado están los alemanes, como Anna Schnellenkamp, que intentan con su esuferzo convertir a Villa Baviera en un imán turístico con folclore bávaro, y construir así una nueva base de vida en el antiguo lugar de tortura. Luego están los chilenos que sufrieron allí violencia sexual cuando eran niños, o cuyas madres, padres y hermanos fueron asesinados en la colonia por ser opositores a la dictadura militar. Y hay personas como Winfried Hempel, que crecieron en Colonia Dignidad y ahora intentan esclarecer y denunciar lo que les pasó, en Chile, Alemania, y en otros lugares. Hempel es abogado en Santiago y representa a 120 de los llamados colonos, y a algunas víctimas chilenas de abusos.
Jan Stehle, del Centro de Investigación y Documentación Chile-América Latina de Berlín.
«Todos los que viven afuera ahora, es decir -alrededor del 80 por ciento de los antiguos residentes de la colonia- apoyan la idea de un sitio de memoria. Algunos de los que siguen allí se muestran escépticos ante la idea de un lugar conmemorativo porque creen que los estigmatizará. Prefieren celebrar fiestas de la cerveza, hacer turismo, como si nunca hubiera pasado nada, y fingir la ‘normalidad alemana’ ante la población chilena», dice Hempel a DW.
A ALEMANIA LE CUESTA ASUMIR EL PASADO
En Alemania, Jan Stehle lucha incansablemente para que los crímenes de Colonia Dignidad sean abordados legal y políticamente. Este colaborador del Centro de Investigación y Documentación Chile-América Latina de Berlín se doctoró sobre el tratamiento de lo sucedido en Colonia Dignidad por parte de la Justicia y la política exterior alemanas. Stehle acoge con satisfacción el último avance en la concreción del sitio de conmemoración, pero también explica: «En 2017 se fundó la fundación de la comisión conjunta entre Alemania y Chile para tratar la creación de un sitio de memoria. Entre tanto, han pasado seis años. Ya en 2018, Angela Merkel y Sebastián Piñera se pronunciaron a favor del proyecto de un sitio de memoria, y ahora, cinco años después, Scholz y Boric lo hicieron nuevamente. Sin embargo, al observar la evolución de los últimos años y décadas, debo decir que lo creeré recién cuando lo vea.»
«Estoy un poco sorprendido por la narrativa reciente, donde la parte alemana ve más en Chile la responsabilidad del proceso que se avecina. Me gustaría que ambas partes trabajasen por igual en la implementación. En cualquier caso, sería apropiado que la ministra federal de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, viajara a Chile para la ceremonia simbólica de colocación de la piedra fundamental», concluyen Stehle. (DW)
