El 15 de febrero comenzó la campaña electoral y los candidatos a la convención constituyente, a alcalde, concejal y gobernador tratan de convencernos de votar por ellos. ¿Qué criterios utilizar para esa decisión? ¿En qué atributos fijarnos antes de depositar las papeletas en la urna? Yo ya tengo algunos criterios y se los voy a contar acá. No voy a dar nombres, esta es una columna no una franja de propaganda electoral, pero voy a exponer ideas y conceptos que a algunos pueden ser útiles para tomar su decisión. Muchas de ellas estarán presentadas por defecto; es decir varias veces me referiré a conductas o posiciones que me llevarán a no votar por ningún motivo por un candidato.
Un dato útil para quienes sigan esto es que siempre he votado por candidatos de Chile Vamos o independientes afines. Por candidatos de la UDI, de Renovación Nacional y de Evópoli, dependiendo muchas veces de criterios cómo los que voy a exponer aquí.
Una segunda cuestión, que algunos considerarán redundante relevar aquí, es que soy de derecha y no tengo complejo alguno en declararlo y defenderlo, a lo cual he dedicado buena parte de mi vida. Creo que la libertad individual es el valor más importante a preservar en la sociedad, que la mantención del orden público y la administración de justicia son tareas primordiales del Estado, y que éste debe actuar subsidiariamente en materia económica y social para garantizar mínimos comunes a todos los ciudadanos, pero sin reprimir ni castigar el mérito ni pretender la igualdad de todas las personas, excepto la igualdad en dignidad y derechos. Soy contrario al aborto y sin embargo creo en la libertad de los proyectos personales, cuyo límite debe ser no afectar la libertad o la vida de otros.
Una última cuestión antes de referirme a las posturas de los candidatos. Pese a ser de derecha, sin apellidos, he apoyado habitualmente a la centroderecha, un grupo más amplio, en cuanto creo en el voto útil y me doy cuenta que muchas veces hay diferencias y matices que son tolerables y que pueden llevar a mejores resultados electorales si se concilian. En ese sentido celebro que, para la convención constituyente, quizás la más importante del 11 de abril, haya existido un pacto con candidatos del Partido Republicano.
Después del 18 de octubre de 2019, sin embargo, he modificado en parte mi posición en un punto, pues creo que el actual gobierno hizo concesiones que superaron los límites aceptables, tanto en materia de orden público como en cuestiones económicas. Ello me hace ser más exigente en el escrutinio de candidatos. Los límites de la centroderecha, hacia el centro, en mi concepto, deben estar marcados por una lealtad mínima y básica a ciertos principios de la derecha. Quien es complaciente con el estallido violento del 18 de octubre porque la desigualdad es intolerable, está fuera de mi radar. Frases como “no son treinta pesos sino treinta años” están bien para un comunista, pero en boca de alguien de centroderecha son pura estupidez, pues la desigualdad ha disminuido sistemáticamente durante treinta, y también cuarenta años, los mejores en la historia económica de Chile, para venir a estancarse en el último gobierno de Bachelet.
Una cosa es analizar y comprender desde distintas disciplinas por qué precisamente en octubre del 2019 se producen las manifestaciones masivas que llevan al gobierno a entregar la Constitución, pero otra es comprar acríticamente el diagnóstico de la izquierda. Este cambio en mi posición me lleva a pensar que es muy importante dejar clara la identidad de derecha en el voto, pues las concesiones que tuvo que hacer el gobierno de Piñera y los parlamentarios de centroderecha en el Congreso durante el último año son consecuencia, en gran medida, de una pérdida en la batalla cultural donde defender principios y valores contra la opinión pública predominante en los medios se hizo imposible para muchos, sea por falta de recursos argumentativos sea por falta de coraje. Por lo mismo, y pensando en el futuro no en el pasado reciente, la derecha de hoy y mañana debe ser más clara en la defensa de ideas y principios.
Como pueden ver, ya nos acercamos a través de estas reflexiones al perfil que queremos ver, o no queremos ver, en los candidatos a las elecciones del 11 de abril. No queremos “buenistas”, que justifican cualquier crítica al gobierno o a la sociedad y corren a ponerse del lado de quienes reclaman, aún cuando son ellos las autoridades que están siendo interpeladas. No queremos “evasores”, que se refieren a la criminal actividad terrorista en La Araucanía y la provincia de Arauco como violencia rural, o califican de jóvenes idealistas a los antisociales que utilizan la violencia en nuestras ciudades para afectar a personas y bienes con especial encono contra Carabineros de Chile. No votaremos por funcionarios temerosos del INDH o de los organismos de Naciones Unidas, entidades que con sus acciones y doctrinas ponen en peligro la vida de los carabineros o la pacífica convivencia de ciudadanos chilenos con inmigrantes.
Para la convención constitucional necesitamos personas que cumplan dos condiciones básicas: claridad conceptual en las ideas y principios y valentía y experiencia política para defenderlos.
Para alcaldes y concejales destaco la capacidad de gestión, una honestidad a toda prueba, decisión para apoyar el combate a la delincuencia, el principal problema de nuestras ciudades y conciencia de que están para resolver los problemas de la comuna y no para quejarse de ellos.
Para gobernadores, experiencia en gestión pública y privada, visión sobre el desarrollo de la región y entender que deben ser parte de la solución y no del problema sumándose al coro de los lamentos de los políticos mediocres.
Con respeto y sin pretender ser depositario de la razón ni la verdad, estas son mis recomendaciones para las elecciones de abril. (El Líbero)
Luis Larraín