Cambio de gabinete: política y popularidad como guía de la gestión

Cambio de gabinete: política y popularidad como guía de la gestión

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Diez meses y dos días tardó Sebastián Piñera en hacer su primer cambio de gabinete, en su pasada administración. Ayer, el Mandatario realizó un ajuste ministerial a tan sólo 4 meses y 24 días del cambio de mando.

¿A qué se debe esta diferencia de exactos 157 días? La premura no está exenta de lecturas.

Si durante su primer gobierno al Presidente le costó hacer cambios, esta vez lo resolvió rápidamente, para enmendar el rumbo.

Fue el 13 de enero de 2011 cuando ajustó por primera vez su gabinete. En esa ocasión, salieron tres ministros de carácter técnico -Camila Merino, Ricardo Raineri y Felipe Morandé- que tenían muchas dificultades internas y de entendimiento con los partidos. A ellos se les sumó Jaime Ravinet, la apuesta decé de Piñera que había arribado a Defensa, cuestionado por sus choques con Hacienda, una invitación a la Antártica para parlamentarios con sus esposas y, como broche de oro, un enfrentamiento con el Segundo Piso presidencial, a cuyos asesores acusó de “falta de lealtad” por filtrar informes de Contraloría que involucraban su gestión.

El de ayer fue un ajuste que involucró a dos ministros puntuales -Gerardo Varela (Educación) y Alejandra Pérez (Cultura)- por errores comunicacionales y deficitarias gestiones internas, que -en evaluación de La Moneda- estaban generando un “juicio injusto” respecto de la gestión del gobierno. Todo ello, en un mes en que la aprobación en las encuestas sobre todo del gabinete ha ido a la baja.

¿Hay un cambio de fondo en la manera de gobernar?

Una alta fuente de Palacio afirma que la rápida resolución de los problemas que presentaba el gabinete plantean un “cambio grande”. “Es un Presidente con ocho años más de experiencia. Con cuatro años más de Presidencia en el cuerpo y mucho más reflexivo”, afirma, junto con agregar que ello también se nota en los años que a su favor tiene el equipo político del Mandatario, encabezado por Andrés Chadwick.

Un ministro plantea que “el Presidente tiene mucha experiencia y la está ejerciendo. Actuó con liderazgo. Dijo ‘no tengo por qué ponerme plazos, los gabinetes son equipos susceptibles de adaptaciones, no tengo por qué demorarme más y Educación no es cualquier cartera’”.

“Lo más importante es que el Presidente no esperó. Esto se debe a la experiencia de su primer gobierno y también marca una diferencia con el gobierno de Michelle Bachelet, que permanentemente se ponía camisas de fuerzas respecto de plazos, de que no le iban a doblar la mano, y el está actuando en ese sentido”, agrega.

Tanto en La Moneda como en el gabinete afirman que lo ocurrido ayer es una señal relevante tanto hacia afuera como hacia dentro del gobierno.

“Es una señal relevante hacia el equipo de ministros. Estamos claros de que todos siempre estamos sometidos a evaluación, y con esto se hace concreto. Es una señal potente. Evalúo bien lo que ocurrió; me habla de un Presidente maduro, muy decidido, y con una hoja de ruta clara”, dice el ministro, que prefirió mantener la reserva de su nombre.

Patricio Melero, quien fue presidente UDI durante el primer mandato de Piñera, plantea también la perspectiva de un gobierno que necesita de articuladores y negociadores que naveguen bien con un Congreso en contra.

Hoy hay un gobierno con una sensibilidad política mucho más arraigada, que frente a evaluaciones negativas actúa en forma mucho más oportuna. No arrastra los problemas y los enfrenta porque sabe que tiene poco tiempo. Y en segundo lugar, porque hay una realidad distinta en el Parlamento. El gobierno necesita de interlocutores validados y reconocidos por la oposición en un mundo en que la correlación mayoritaria de fuerzas de la oposición obliga a tener buenos ministros negociadores. Si algún ministro está con esa dificultad y no goza de la capacidad  de entablar esos diálogos, eso repercute de inmediato en la evaluación y cumplimiento de metas”, afirma.

¿UN SÍNTOMA?

“Yo habría esperado a fin de septiembre para tomar la decisión, que lo haya hecho ahora es síntoma de un cambio más de fondo en la manera de gobernar”, analiza el abogado Gonzalo Cordero, quien también es director de TVN.

Mi impresión es que Piñera I veía los cambios como un cierto reconocimiento de un error y le cuesta hacer eso. Ahora, para mi sorpresa, no vaciló y cambió de inmediato. Esa me parece la señal más interesante para adentro y para afuera”, agrega, junto con explicar que hoy al Mandatario se le ve “mucho más ajustado a las reglas de la política”.

Estábamos acostumbrados a un Piñera que te aprieta pero no te echa. Ese es el cambio”, añade.

Por su parte, el gerente de Asuntos Corporativos de Cadem, Roberto Izikson, afirma que la rapidez en definir el cambio tiene que ver con que hoy está gobernando a un país distinto que en 2010.

El ciudadano también ha vivido un proceso de cambio. Es de clase media, tiene expectativas de país desarrollado, es exigente, quiere medidas a corto plazo y satisfacción inmediata. Los presidentes tienen que saber gobernar un país así, distinto al de 2010. Una de las principales razones que explican este cambio más rápido es porque Chile es otro país”, indica.

“Al Presidente una de las cosas que se le valoró en sus primeros 100 días fue ordenar la casa, en comparación con el gobierno anterior, sobre todo. Hasta que Varela le desordenó la casa. Era muy necesario dar una señal de orden”, agrega.

“Lo que hay hoy es más experiencia. Sabe que tienen 2 años y medio para gobernar y no se puede dar el gusto de tener una agenda opacada en educación durante 7 meses porque es una agenda muy relevante, y Varela estaba demasiado expuesto a cometer otro error. Eso no podía ocurrir”, concluye. (La Tercera)

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