C. Monckeberg: «Nadie en el sector quiere que la Convención fracase»

C. Monckeberg: «Nadie en el sector quiere que la Convención fracase»

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Justo el 18 de octubre, en el segundo aniversario del estallido social, la Convención Constitucional comenzó el debate constituyente propiamente tal. Se trata del desafío principal del órgano convocado para escribir la nueva Constitución, el proceso político más importante de las últimas décadas y que definirá los ejes del Estado, el sistema político, derechos sociales, entre otras temáticas.

Ayer se constituyeron las comisiones permanentes de Sistema Político, Principios Constitucionales, y Medioambiente y Modelo Económico, mientras que hoy se espera que hagan lo propio las de Derechos Fundamentales, Sistema de Justicia, Forma de Estado y Descentralización, y Sistemas de Conocimientos.

El constituyente y exministro Cristián Monckeberg, de Renovación Nacional, aborda en El Mostrador los desafíos y las etapas que vienen. Entre otros puntos, reconoce que en la derecha son minoría, pero que han hecho un esfuerzo para los acuerdos, e insta a la izquierda a hacer esos mismos esfuerzos para dialogar con su sector. Asegura que conducir el proceso constituyente será el gran desafío del próximo Gobierno y que se requiere un sistema político que permita un Estado eficiente, que responda a las necesidades de la ciudadanía.

-La Mesa Ampliada dio la partida ayer a la discusión de fondo, la parte más importante del proceso constituyente. “Hoy empieza un proceso que demuestra que otros mundos son posibles (…), estamos acá para hacer historia”, dijeron. ¿Lo representan estos dichos?
-Pase lo que pase, vamos a hacer historia, eso es evidente. Sea para bien o para mal. Un proceso constituyente de la magnitud del nuestro, con características como la paridad, escaños reservados elegidos democráticamente, son únicos o casos muy especiales en el mundo. Pero, y ahí pongo mi punto, tenemos que pasar de las proclamas a lo efectivo, porque es lo que la gente espera de nosotros. Está muy bien que nos reunamos, que trabajemos, pero los grandes discursos tienen que dar paso a la toma de decisiones, a resolver los anhelos de la ciudadanía, abordar los temas de vivienda, dar una discusión fuerte en materia de pensiones, en materia de salud, determinar qué sistema político vamos a tener, porque necesitamos un sistema político que haga posibles y eficientes las acciones del Estado para resolver los temas más urgentes de la ciudadanía, que es un gran drama que tenemos hoy día.

-Ha habido claras diferencias de estilo al interior de Vamos por Chile en la Convención. Usted es parte de lo que podemos denominar derecha dialogante. ¿Hacia dónde remará su sector en esta nueva etapa del órgano constituyente?
-Yo no he visto a nadie en mi sector, ni he escuchado de nadie de mi sector que esté apostando para que este proceso fracase. Evidentemente hay algunos que somos más optimistas y otros que son no tan optimistas, pero ninguno ha apostado por que el proceso fracase. Yo no he escuchado a nadie jugársela para que el próximo año en un plebiscito la Constitución se rechace o no lleguemos a buen puerto. Yo creo que todos estamos con intenciones de que esto camine, pero evidentemente existen estilos, y hay algunos más abiertos a dialogar, hay otros que sencillamente son más bien escépticos y están observando, y hay otros que son más bien críticos. Pero todos al final están por que este proceso ojalá termine y termine bien, y yo creo que debe terminar bien, porque no hay otra alternativa. Pensar que la alternativa de que este proceso termine con una salida de rechazo, con un proceso fracasado, porque a la ciudadanía no le gustó, lo rechazó, es un fracaso de los 155, y yo no quiero fracasar. Yo quiero que esto resulte y que resulte bien.

-¿Cuánto podrían complicar a su coalición las diferencias de fondo que pudieran generarse en contenidos con la UDI?
-Las elecciones las ganó la izquierda y, por lo tanto, los llamados a conducir y a darle una orgánica al proceso, es la izquierda, convengamos eso. Nosotros vamos a hacer un esfuerzo en poner nuestras propuestas sobre la mesa y que van a sorprender a muchos, porque hay muchas que nos interesan que estén presentes, y no creo que los problemas estén dentro de nuestro sector, sinceramente. No tenemos ni siquiera los votos para llegar a un tercio de la Convención y eso todo el mundo lo sabe, por lo tanto, yo creo que el esfuerzo en contenidos, en acuerdos, en redacción de textos, nace principalmente desde la izquierda. Nosotros estamos dispuestos a construir y lo queremos hacer. Nosotros hemos hecho esfuerzos importantes por dialogar, por avanzar en sentarnos a una mesa y conversar, por entendernos y conocer a quienes pensamos distinto, y yo creo que a la izquierda también le hace falta hacer un esfuerzo por dialogar con nosotros.

Sabemos que somos minoría, pero las constituciones se construyen con más del 50% + 1, se construye con mayorías más altas, y creo que a la izquierda todavía le está haciendo falta –y espero que ahora en la discusión de contenidos sea la oportunidad– abrir espacios para que otras visiones también estén presentes en la redacción de la nueva Constitución. Porque, si no, vamos a repetir el mismo ejemplo de la Constitución del 80, que la escribieron unos pocos con ideas únicas, sin mirar la pluralidad. Ese es un gran problema que puede caer en esta Constitución y que ojalá que la izquierda corrija. No pretendemos nosotros escribir la Constitución como si nosotros hubiésemos ganado las elecciones, porque no las ganamos, pero sí esperamos de la izquierda cierta grandeza y altura de miras para entender que, para estos procesos, se requiere la mayor cantidad de voluntades sumándose.

-Una convencional de su sector, Teresa Marinovic, indicó que “hoy se inicia el debate en una Convención nacida de la violencia, el incendio y el vandalismo”. A su juicio, la Convención que usted integra, ¿nació de la violencia?
-Yo tengo el mayor de los respetos por todos los convencionales, pero eso no significa que comparta todas sus ideas y propuestas. Yo creo que la Convención nace de la grandeza de los acuerdos que se provocaron en noviembre y, al mismo tiempo, de la histórica participación de las chilenas y chilenos en el plebiscito que dijeron «Apruebo». Ahí está la fuente de la Constitución. Yo la violencia la rechazo, no la justifico.

-Se instalan también las comisiones permanentes y usted es parte de la que estará a cargo de revisar asuntos de Sistema político, Gobierno, Poder Legislativo y Sistema electoral. ¿Qué temas esenciales va a revisar dicha comisión?
-Nosotros necesitamos un Estado que responda a las necesidades que la ciudadanía espera del Estado, que sea un Estado eficiente, que responda. Que todo lo que escribamos en la Constitución y todo lo que se ha dejado de hacer y lo que hay que hacer por delante, definitivamente se haga. Tenemos que buscar cuál es el mejor modelo para que el Estado sea más eficiente. Claramente el presidencialismo no lo es, porque el presidencialismo tiene un grave problema: que saca una fotografía el día de la elección y eso no se mueve hasta el día de la próxima elección. Por lo tanto, no hay ningún incentivo de la oposición, si es que es mayoría del Parlamento, para cambiar su actitud, y del Gobierno para hacer algo distinto, sino que simplemente terminar su mandato de cuatro años y vamos nuevamente a otra posibilidad de Gobierno.

Nosotros tenemos que buscar un sistema que tenga fusible, alternativa, que cuando no haya mayorías parlamentarias que apoyen al Gobierno, el Gobierno pueda buscar esas mayorías parlamentarias o el Parlamento también las provoque. Por eso yo creo que un sistema semipresidencial o semiparlamentario, o como quiera llamársele, donde el Gobierno de 4 años sea no una fotografía que no se puede mover ni corregir nunca más, sino que se produzca un cierto cambio de fusible y flexibilidad, que permita hacer al Estado más eficiente, es lo que tenemos que buscar. Resuelto eso, veremos cuántas cámaras tendrá el Congreso, si hay un Primer Ministro, en fin. Pero seguir con el presidencialismo como está, estático, inamovible, con un Congreso que normalmente es de mayoría de oposición, es postergar esta agonía institucional en que estamos hoy día.

-Antes de comenzar esta etapa, el vicepresidente Jaime Bassa dijo que si la Convención establece un régimen transitorio que «diga que, por ejemplo, un año después de entrada en vigencia la Constituyente, el Gobierno debe llamar a elecciones, el Gobierno lo tendría que hacer”. ¿Hay posibilidad de acortar el próximo periodo presidencial, como señala el vicepresidente?
-A los mandatos ciudadanos, a los procesos democráticos, a mí no me gusta que le cortemos la cola, que acortemos su mandato. Si un mandato ciudadano es por cuatro años, debe ser por cuatro años. Salvo que haya razones de peso y más que suficientes como para hacer algo distinto, y no creo que sea conveniente hoy día, a 30 días de la elección, jugarse por una tesis de acortamiento de mandato. Yo prefiero que las elecciones se produzcan, que nosotros llevemos adelante la discusión en materia de sistema político, y luego, elegido el Presidente o Presidenta para los próximos cuatro años, tomar la decisión con todas las cartas sobre la mesa y con la definición de qué sistema político vamos a tener.

Pero por principio, no me gusta ese acortamiento de mandato, tiene que ser muy excepcional y tienen que haber razones de peso, porque una cosa es acortar el mandato y llamar a elecciones generales de nuevo, y otra es generar procesos de transición que, a mi juicio, han sido súper eficientes en Chile y han resultado de buena manera. Aquí hay algo que es solemne, que no podemos pasar por encima, que es el mandato ciudadano, es la elección democrática de las autoridades, que es la soberanía popular que se produce, entonces, de mala manera nosotros podríamos proponer una alternativa de ese tipo.

-¿Cuál debe ser el rol del próximo Gobierno en el proceso constituyente?
-Yo soy de los que cree que, en los procesos constituyentes o los debates constitucionales en Chile, hay que mirar la historia, y la historia dice que cada 50, 60 o 70 años se producen revisiones, producto de crisis que se provocan cada cierto tiempo en el país, y, por lo tanto, más que tapar el sol con un dedo y evitar un proceso como este, hay que enfrentarlo y significa sacarlo adelante. Sobre todo después de lo que hemos pasado. El desafío para cualquier Gobierno que venga, a mi juicio, es darle conducción a este proceso y que termine bien. Los primeros responsables somos nosotros, en estos meses que nos quedan por delante, pero el segundo gran responsable, una vez que este proceso haya terminado, es el futuro Gobierno, que haga todo lo humanamente posible para que este proceso tenga conducción y se lleve de buena manera. Un Gobierno que asuma una nueva Constitución, un sistema político que cambie, y una serie de desafíos que el Estado se va a imponer, lo lógico es que se haga todo el esfuerzo. Ese es el gran desafío del próximo Gobierno. Están bien los programas, está bien el crecimiento, el desarrollo, pero el gran desafío va a ser cómo le damos conducción a este proceso que esperemos termine bien.

-La constitución de la comisión de Sistema político es bastante diversa y junta a constituyentes desde el PC a la UDI y varios representantes independientes, también ex Lista del Pueblo. ¿Qué expectativas tiene del trabajo de ese espacio? ¿Cree que las diferencias que se plasmaron durante la discusión de los reglamentos puedan afectar?
-Yo creo que este proceso constituyente ha sido un aprendizaje permanente, y lo digo en lo personal, y en general lo que he visto. Nosotros llegamos a la Convención el 4 de julio y nadie se conocía con nadie o muy pocos se conocían con otros. Había desconfianza, dudas, mucho temor, mucha molestia por otros, incertidumbre. Literalmente partimos nuestra sesión en el patio del Congreso, porque no teníamos otra alternativa por motivo de los aforos y normas sanitarias. Este proceso ha sido de aprendizaje permanente, con errores –muchísimos– y con otros aciertos. Evidentemente la discusión de los reglamentos fue dificultosa, hubo errores, hubo pasadas de máquina. Esa indicación que firman 80 constituyentes para cambiar de un plumazo todo el trabajo de la comisión de Participación de los Pueblos Indígenas, lo menos que puedo decir es que fue poco elegante, por no decir otra aseveración. Se podría haber hecho algo distinto, por último por respeto al trabajo que se había realizado por los miembros de esa comisión que no tuvieron idea y no pudieron firmar esa indicación, porque todos lo hicieron de buena fe.

Entonces, se cometieron errores y ojalá que esos errores no se repitan, y ese proceso de aprendizaje nos permita, ahora, en serio, cuando empecemos a cortar el queque en temas relevantes, tener un debate con altura de miras, donde todas las cartas estén sobre la mesa, donde haya diferencias pero donde todas las cartas se miren, y cada uno sepa qué vota y qué decide. Aquí no hay espacio para política pequeña, porque no estamos hablando de un Congreso, no estamos hablando de una discusión contingente, no estamos hablando de la pelea chica, que es muy propia de la política. No digo que sea buena o mala, pero aquí estamos hablando de una Constitución, que ni siquiera nos va a regir a nosotros mayoritariamente, nos va a regir a nosotros y muchos más por delante. Tiene que haber una mirada y una manera de actuar distinta, y creo que en algunos episodios y pasajes de la discusión de los reglamentos eso se dio y ojalá podamos ir borrando de un plumazo ese tipo de acciones.

RODRIGO ÁLVAREZ: «AL MENOS POR FIN EMPEZAMOS»

Aunque muchos destacaron el simbolismo, hubo a quienes no les pareció bien que el debate constitucional de fondo comenzara en la jornada de ayer, el mismo día del segundo aniversario del 18-O.

«Yo hubiera preferido que el debate constituyente comenzara en cualquier otra fecha de nuestro calendario, no el 18 de octubre, porque al menos yo represento a varios millones de chilenos que no conmemoramos el 18 de octubre y que –tal como hace 2 años– ayer lo vimos asociado a la violencia y a la destrucción», señaló Rodrigo Álvarez, convencional UDI y uno de los vicepresidentes de la Convención Constitucional.

En entrevista con radio Universo, comentó que «yo fui muy claro ayer en decir: ok, partamos este debate constitucional el 18 de octubre, pero no lo anclemos en la violencia de hace dos años ni en la que vimos ayer, sino que démosle una oportunidad a la sensatez, al derecho, a la paz, a tratar de ponernos de acuerdo».

Con todo, insistió en que la asociación de fechas «no me gustó» y que «hubiera preferido que fuera una jornada distinta al 18 de octubre el inicio del debate constituyente«.

Pese a ello, señaló que «al menos sí evalúo positivamente el hecho que –y yo creo que la ciudadanía ya lo quería– al fin empezamos«.

«Después de la ceremonia de ayer se constituyeron tres comisiones y hoy día se constituyen las otras cuatro, y eso significa empezar a trabajar en el verdadero debate constitucional de fondo, que es presentarle al país una propuesta constitucional«, destacó.

De todas formas, explicó que dicho debate «en el calendario original, debió haber empezado hace dos semanas, pero tuvimos el episodio de covid, que trastocó todos los plazos».

«Cuando calculamos, se empezaba la primera semana de octubre; es cierto que después, debido a ese episodio de covid, a que tuvimos que retrasar varias aprobaciones, se fueron corriendo las fechas y creo que para algunos fue una buena coincidencia –para mí no– lo fue partir ayer», señaló. (El Mostrador-Emol)

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