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Burgos: "Si la NM no da los votos para Rajevic en Contraloría, me voy no más"

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Una serie de sonrisas sorprendidas, palmoteos y hasta unos tímidos aplausos dieron la bienvenida al titular de Interior, Jorge Burgos (DC), cuando ingresó al hemiciclo del Senado -el miércoles 30- para observar la ratificación de Jorge Dahm como ministro de la Corte Suprema.

Burgos había concurrido ese día a Valparaíso para acompañar, junto al resto del comité político de La Moneda, a la titular de Salud, Carmen Castillo, quien enfrentó una interpelación en la Cámara de Diputados, y la inusual presencia del jefe de gabinete en los pasillos del Congreso, desde que asumió el cargo hace cinco meses, generó varias bromas de sus ex pares.

 Más allá de la actitud distendida, en la Nueva Mayoría no son pocos los que resienten lo que califican como escaso tiempo que el ministro del Interior destina en su agenda al Parlamento, y que ha redundado en una relación más fría del secretario de Estado con una parte de los diputados y senadores oficialistas.

Un déficit que si no logra corregir en las próximas horas -coinciden en amplios sectores del bloque- podría pasarle la cuenta a Burgos esta misma semana, cuando se someta a votación la propuesta presidencial para el nuevo contralor de la República: Enrique Rajevic.

Cuando el próximo martes 6 el abogado exponga sus planes para dirigir el organismo fiscalizador ante la Comisión de Constitución del Senado, no pocos dudan que esa presentación estará cruzada por los desencuentros acumulados en las últimas semanas entre el titular de Interior y parte de la Nueva Mayoría. Así, coinciden en el oficialismo y también en la Alianza, la ratificación de Rajevic como futuro contralor en el Senado ha terminado por transformarse en una suerte de test de la gestión de Burgos a la cabeza del gabinete.

Lo complicado es que el panorama del nombramiento está entrampado, su desenlace es incierto y algunos ya adelantan que, de no mediar directamente la propia Presidenta Bachelet, la votación fijada para el miércoles sería insalvable. 

EL HIJO ÚNICO

Por estos días, la relación entre Burgos y la Nueva Mayoría -particularmente con los sectores más progresistas de la coalición gobernante- no pasa por su mejor momento.

Aunque es innegable que el desembarco del ex diputado DC en el Ministerio del Interior supuso el golpe de timón más severo propiciado por Bachelet durante su segunda administración, en amplios sectores del oficialismo se confiaba en que los largos años de desempeño en el Parlamento de Burgos lo habían dotado de una habilidad innata para relacionarse con los distintos sectores del oficialismo.

Una suerte de instinto natural que -a diferencia de su antecesor en el cargo, Rodrigo Peñailillo- lubricaría los vínculos entre el gobierno y su conglomerado, ambos marcados por significativas bajas de adhesión ciudadana.

Pero con el paso de los meses esa confianza ha comenzado a dañarse. Y en el oficialismo responsabilizan a dos factores por ese deterioro: el estilo solitario del ministro -que atribuyen, medio en broma, medio en serio, a su condición de hijo único- y a la apuesta de Burgos por  tender lazos privilegiados con la oposición, particularmente en el Congreso.

“Hay que mejorar las formas, tenemos buena disposición, pero también hartos reclamos”, explica el presidente del PPD, Jaime Quintana, al ser consultado por la relación de su partido con el titular de Interior.

“Burgos vale más por lo que ha hecho antes que lo que ha hecho hasta ahora. El gobierno no ha dado un salto cualitativo en el segundo tiempo”, sostiene el presidente del MAS, el senador Alejandro Navarro.

Los jefes de partidos de la Nueva Mayoría también han comenzado a sumar cuentas en contra del titular de Interior.

Por ejemplo, se quejan en privado del escaso peso específico que se les da a las reuniones semanales entre los jefes de partidos y el comité político en La Moneda. Varios de los timoneles coinciden en que el jefe de gabinete suele delegar tiempo significativo en la conducción de esos encuentros al titular de Hacienda, Rodrigo Valdés, y que es frecuente que se retire antes del término de las citas. Todo ello ha redundado en una desafección con la instancia, la única reunión habitual en la que los ministros pueden intercambiar opiniones con los máximos líderes del oficialismo.

Más compleja es la evaluación respecto de cómo el jefe de gabinete ha llevado su relación con el Congreso. Varios parlamentarios coinciden en que Burgos no sólo asiste poco al Parlamento -escenario natural de relaciones políticas y negociaciones-, sino que, además, no acostumbra compartir con diputados y senadores.

El tema ha hecho cortocircuito en las últimas semanas durante los procesos de nominación del contralor y del futuro fiscal nacional.

RUIDO INTERNO

La semana del 10 de agosto el titular de Interior realizó tres llamados clave a la oposición: al timonel de la UDI, Hernán Larraín, y los jefes de bancadas de los senadores gremialistas, Víctor Pérez (UDI), y de RN, Baldo Prokurica.

A todos ellos, Burgos confidenció que la Presidenta propondría el nombre de Rajevic para reemplazar a Ramiro Mendoza en la Contraloría General de la República.

“Es evidente el cambio significativo en el estilo de trabajar del Ministerio del Interior y esto se debe a su experiencia parlamentaria y su conocimiento de los actores políticos. Esto ha hecho que sea más fácil el intercambio, más claro en sus expectativas y con una comunicación más directa, más cordial y amistosa”, afirmó Larraín al valorar la disposición del secretario de Estado DC.

La deferencia de Burgos -en todo caso- no fue recibida de la misma manera en la Nueva Mayoría, donde varios se quejaron de haber sido notificados sólo a última hora de las intenciones de La Moneda de proponer a Rajevic para el cargo de contralor general de la República, aunque en el entorno del ministro advierten que el anuncio fue previamente comunicado a los jefes de bancadas oficialistas.

Igual, los reclamos no se hicieron esperar: algunos senadores -los suficientes para hacer tambalear la propuesta y amenazar con el primer golpe en contra de la gestión de Burgos- notificaron que no respaldarían el nombramiento.

La elección de Rajevic necesita de 22 votos y el Ejecutivo contaría -al cierre de esta edición- con 17 votos de la Nueva Mayoría.

“Ha llevado esta nominación sin participar criterios y sin entender que el estándar exigido para un contralor tiene que ser sin objeciones”, señaló el presidente de la Comisión de Constitución del Senado, Alfonso de Urresti, quien ya anunció al gobierno que no cuenten con su voto.

“En este rol como ministro del Interior le ha faltado bastante más diálogo con el Congreso, que debería tenerlo, en especial en los temas que se tocan en la Comisión de Constitución”, sostuvo otro miembro oficialista de la instancia, el senador Pedro Araya (ind.), otro que notificó su rechazo.

Aunque existe amplio acuerdo en la Nueva Mayoría en que los votos para Rajevic no alcanzan, Burgos sólo esta semana se acercó a De Urresti y a Araya para proponerles conversar “en los próximos días” el tema. Los contactos -al cierre de esta edición- no se habían concretado.

Pocos entienden la obstinación del ministro respecto del nombramiento de Rajevic.

El propio Burgos ha justificado su insistencia no sólo en que ha llegado al “convencimiento de que es un gran candidato” -como ha transmitido entre sus cercanos-, sino también en que la nominación del abogado ha sido respaldada por la Presidenta. “Si lo rechazan, la contradicen a ella”, ha advertido el ex diputado a varios senadores en las últimas semanas.

Bachelet corroboró ese recado a mediados de septiembre, cuando se reunió en La Moneda con los jefes de partidos de la Nueva Mayoría. Pero las advertencias del jefe de gabinete han ido más allá y ha señalado que en caso de no lograr un amplio respaldo de la Nueva Mayoría al nombramiento, “no tiene nada más que hacer en el cargo”.

Según fuentes oficialistas, el mensaje fue transmitido a los senadores DC que, a su vez, lo han comunicado a sus pares de la Nueva Mayoría en los almuerzos que los reúnen cada martes.

El aviso -sin embargo- también ha sido recibido por los senadores de la Alianza. Ejemplo de ello fue la conversación informal que Burgos sostuvo con los senadores Andrés Allamand y Alberto Espina sobre el tema durante la ceremonia de cambio de mando de Carabineros, a principios de septiembre.

Testigos de la escena afirmaron que los senadores RN preguntaron al ministro por la viabilidad del nombramiento de Rajevic, sobre todo por la resistencia que genera en su propio sector, a lo que el secretario de Estado respondió que si no prosperaba, “me voy, no más”.

En la DC defienden a Burgos y sostienen que algunos senadores han pretendido hacer una caricatura de su gestión y, particularmente, de su carácter. “Ha dicho lo de la renuncia, pero en broma. Burgos siempre ha jugado con la ironía y hay algunos que no han captado esa sutileza”, dijo un senador DC que pidió reserva de su nombre.

Otros explican la confianza del ministro  en sacar adelante la nominación de Rajevic en que ya llegó a un entendimiento con algunos parlamentarios de la Alianza. Aunque en RN descartaron el apoyo de inmediato, en la UDI hay al menos dos probabilidades: Rajevic fue ayudante de Hernán Larraín cuando éste fue profesor en la UC, e Iván Moreira -según miembros de la cúpula gremialista- ya notificó su respaldo.

“Estoy evaluando y recopilando antecedentes. Voy a ejercer mi derecho de elección y decidir cuando corresponde”, señaló Moreira a Reportajes al ser consultado por el tema.

Sellar el nombramiento de Rajevic con votos de la Alianza, afirman en el oficialismo, a contrapelo del apoyo de algunos de su propia coalición, sería un golpe duro para la relación del ministro con la Nueva Mayoría.

En el bloque oficialista ya resienten los grados de entendimiento de Burgos con personeros como Larraín y Juan Antonio Coloma, en la UDI, y Allamand y Espina, en RN. En las filas aliancistas afirman que el titular de Interior incluso responde consultas por WhatsApp de varios diputados de la oposición.

“A diferencia del ex ministro Peñailillo, Burgos por lo menos es accesible. Está en una postura de diálogo con la oposición, a diferencia de lo que pasaba con su antecesor. Pero que esto haga que le vaya mejor que el ex ministro está por verse”, comentó el senador UDI Víctor Pérez.

“El tiene más bagaje político que Peñailillo, lo que le permite desenvolverse de mejor manera con la oposición”, afirmó el presidente de RN, Cristián Monckeberg.

En la oposición, además, han valorado decisiones que atribuyen a Burgos, como la remoción del intendente de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, y sus palabras en favor del dirigente opositor venezolano Leopoldo López, en las que puso énfasis en la necesidad de un debido proceso.

TENSIONES

La nominación del reemplazante de Sabas Chahuán en la Fiscalía Nacional también ha generado desencuentros en el oficialismo.

El viernes, la Corte Suprema definió la quina de postulantes dentro de los cuales la Presidenta Bachelet deberá escoger su propuesta para el cargo, la que también debe ser ratificada por el Senado.

Los elegidos son Jorge Abbott, Luis Toledo, Raúl Guzmán, José Morales y Juan Enrique Vargas.

Uno de los primeros lugares de la votación de los supremos lo obtuvo el fiscal que ha llevado el caso Caval. Una señal que no pasó inadvertida en el oficialismo y que algunos interpretaban como un revés de La Moneda, que veía con inquietud la posibilidad de que el persecutor a cargo de las indagaciones que han afectado a la familia de la Presidenta avanzara en el proceso.

Aunque las negociaciones por el sucesor de Chahuán están formalmente en manos de la titular de Justicia, Javiera Blanco, el jefe de gabinete no ha escondido su predilección por Vargas como nuevo fiscal nacional.

En el entorno de Burgos, en todo caso, afirman que el favoritismo del gobierno por el decano de Derecho de la Universidad Diego Portales es compartido por la ministra de Justicia, quien esta semana no dudó en conversar con distintos senadores, de oposición, independientes y de la Nueva Mayoría, sobre los atributos de Vargas para asumir el cargo.

El abogado -quien decidió a último minuto su postulación- genera recelos en los sectores más progresistas de la Nueva Mayoría debido a su cercanía con la DC, vínculos que también auguran un tenso paso por el Congreso a la hora de su ratificación en caso de que Bachelet se decidiera por proponerlo.

Que la Mandataria termine inclinándose por Vargas, sostienen los cercanos al ministro, daría nuevas luces de la relación que Burgos ha logrado afiatar con la Jefa de Estado en los últimos meses.

Aunque en La Moneda suelen señalar que el secretario de Estado se “manda solo” y más de una vez ha sorprendido al llamado “segundo piso”, el ex diputado DC ha consolidado una relación directa con la Mandataria, pese a que en un primer momento ésta estaba mediatizada por la jefa de gabinete de Bachelet, Ana Lya Uriarte.

Aun así, ni la propia Jefa de Estado ha estado ajena a las ironías públicas de su principal subalterno. El martes 29, Burgos descolocó a las principales autoridades de La Moneda cuando evitó responder una pregunta sobre educación con una frase que aludía a un comentario previo de la Mandataria: “Técnicamente, soy el menos indicado, porque, como quedó claro el fin de semana, soy abogado”.

Las palabras del ministro eran una evidente respuesta a las declaraciones que días antes había realizado Bachelet en Nueva York, al comentar el reciente dictamen de La Haya y descartar la idea de un “revés jurídico”, como lo había definido Burgos. “Hemos dicho con claridad que no creemos que es un revés jurídico”, dijo entonces la Presidenta, y agregó: “Creo que lo que el ministro hizo… Es que él es abogado, entonces usó términos jurídicos”.

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