Una cosa es que Bolsonaro, sus políticas y sus valores sean contrarios a los de uno. Eso es posible. Uno puede estimar que tiene planteamientos contrarios a los nuestros y que -incluso- es un peligro.
Pero hasta donde se sabe, no ha cometido crímenes de lesa humanidad, no ha violado derechos humanos de nadie. Fue elegido democráticamente en elecciones abiertas, competitivas y libres por la mayoría de los brasileños. Hasta ahora, nadie puede sostener que no es el legítimo representante del pueblo brasileño. Creo que merece el respeto que debe darse a todo presidente de una nación amiga.
Francamente, no me imagino a ninguno de nuestros diputados o senadores haciendo un llamado como este si se tratara de Trump o del presidente chino. El primero, con posiciones tan o más extremas que las de Bolsonaro. El segundo, de un régimen que de democracia tiene poco. (El Mercurio Cartas)
Patricio Rosende Lynch