Bolivia: Carlos Mesa dice que no reconoce candidatura de Evo Morales

Bolivia: Carlos Mesa dice que no reconoce candidatura de Evo Morales

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Carlos Mesa era vicepresidente del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada cuando éste renunció, en 2003, producto de la llamada ‘guerra del gas’. Entonces asumió la jefatura del Ejecutivo, hasta 2005. Posteriormente, durante la presidencia de Evo Morales, fue el vocero de la demanda marítima que Bolivia instauró en 2013 contra Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Según las encuestas, Mesa está segundo, detrás de Morales, en la intención de voto para  las elecciones del 20 de octubre. La pregunta es si le alcanzará para una segunda vuelta. Mesa recibió a  DW en un su comando de campaña de Calacoto, en La Paz.

¿Por qué quiere volver a ser presidente?

Estamos ante una disyuntiva crucial para la historia. No se trata de la continuidad de un mandatario: se trata de la ilegalidad de un presidente que pretende, contra el pueblo y contra el referéndum de febrero de 2016, mantenerse indefinidamente. Y se trata de una disyuntiva entre la construcción de una democracia que recupere el pluralismo o la consecución del autoritarismo, que va hacia la dictadura.

¿Si Morales asumiera un nuevo mandato, considera que se constituiría en una dictadura?

El camino del autoritarismo tiende a profundizarse. El control de los poderes del Estado tiende a convertirse en un modo de acción. El camino de la generación del miedo tiende a convertirse en un sistema. Por lo tanto digo «que va hacia”, no estoy diciendo que sea una dictadura.

¿Por qué no logró la unidad con el también opositor Oscar Ortiz?

Porque tenemos propuestas que -aunque puedan parecer similares- tienen objetivos distintos por lo que -aunque hicimos un esfuerzo- no pudimos concertar la unidad.

¿Está dispuesto a reconocer un eventual triunfo de Morales?

Si se consuma mediante un fraude, no. Temo, porque el presidente no tiene en su cabeza la idea de que vivimos en democracia ni de que puede perder. Lo que fue una realidad hace 8 años no es realidad hoy. Ese más de 60 por ciento que Morales obtenía ya no existe ni existirá.

¿Y si existiera?

Tendría que ser un verdadero milagro. Pero yo no voy a responder sobre una especulación. Mis temores y mi evidencia de que el fraude se está consumando ahora me habilitan el escepticismo.

Hay sectores que todavía demandan que Morales baje su candidatura. ¿Usted también?

Yo no reconozco la candidatura ilegal de Morales, pero participo de las elecciones porque no voy a regalarle la elección como los venezolanos se la regalaron al chavismo. ¿Vas a jugar con estas reglas injustas y la cancha inclinada? Sí, voy a jugar y le voy a ganar, porque si no lo hago este señor se va a quedar indefinidamente en el poder.

¿Cómo analiza la política económica actual?

Nunca, ni remotamente, Bolivia vivió una bonanza como esta gracias a los precios internacionales. Un ejemplo: (cuando yo era presidente, se) vendía el millar de pies cúbicos de gas a Brasil en 1,7 dólares. (En el gobierno de) Morales llegó a venderse a 13 y el promedio de estos años es de 8 dólares. No es su mérito. ¿Administró la macroeconomía razonablemente bien en bonanza? Sí. ¿Lo hace bien ahora? No. No es sostenible, está apoyado en el déficit fiscal, la caída de reservas y la deuda. 

«NO VAMOS A PRIVATIZAR»

Desde el oficialismo le dirían que Morales nacionalizó los hidrocarburos, cosa que antes no se hizo…

No es verdad. No se puede entender la nacionalización de los hidrocarburos sin dos medidas fundamentales: el referéndum de 2004, de mi gobierno, que establece la recuperación de la propiedad de los hidrocarburos en boca de pozo y de YPFB, y la ley de hidrocarburos de 2005, que estableció el impuesto directo. No es mérito de Morales.

Usted sabe que la correlación de fuerzas para hacerlo es la clave…

Nadie discute el hecho. Pero sin las medidas previas, el decreto hubiera sido aire.

¿Qué haría con el litio?

Es un elemento muy importante, pero tengo preguntas sin respuestas. Como este gobierno hace todo opaco, hizo un contrato con una empresa alemana y una carta de intenciones con un consorcio o con el gobierno chino. En ambos casos desconozco detalles. Por lo tanto mi respuesta está condicionada y no diré si los mantendré o no. El criterio es que el Estado actúe como una corporación: debemos ser socios de un proceso de transformación, no productores de materia prima. Hay que cambiar y el litio es una gran oportunidad.

¿Qué haría con el acuerdo entre el Estado y la empresa alemana ACI Systems?

La seguridad jurídica es clave. Si el contrato se hizo adecuadamente y cumplió las normas, no hay razones para cambiarlo. Yo sería heredero de los compromisos que el Estado boliviano, no el señor Morales, asumió.

¿Cómo se define ideológicamente?

Es un problema, las palabras ya no dicen lo que decían: izquierda, centro, derecha… ¿si eres ambientalista eres izquierdista? No necesariamente. Si me hubieras preguntado hace años, habría dicho socialdemócrata. Pero estamos en una crisis del concepto. No me considero en absoluto de derecha y de izquierda marxista setentera, menos.

¿Cómo analiza la coyuntura regional?

La palabra es ‘confusión’. Lo que tuvimos a comienzos del siglo XXI con el tándem Chávez-Lula fue la construcción de un modelo que pretendió dominar la región latinoamericana a partir de una ideología. La ideología es parte de la política, pero no puede definir las relaciones entre países. Construiría una integración vinculada a intereses comunes.

¿Y con Donald Trump cómo se llevaría?

Me voy a tener que relacionar con él y también con Jair Bolsonaro. Ambos son presidentes legítimos elegidos por voto popular. Por cierto, pienso en la reanudación plena de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pero en condiciones de respeto. No voy a aceptar volver a la relación de imposiciones previa a la crisis entre Morales y Estados Unidos.

Pero esa relación fue justamente la de su gobierno…

No, no. Hablo del proceso anterior, de 1982 a 2003.

El Gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada tampoco tuvo una relación virtuosa con Estados Unidos.

No, nadie la tuvo. Le voy a decir algo: si a alguien le debe agradecer Morales su presidencia es a Estados Unidos. La política estadounidense de lucha contra la drogas estranguló a los gobiernos democráticos y llevó a una identificación épica de la defensa de la hoja de la coca.

Si gana Morales, ¿Bolivia se puede convertir en una Venezuela?

Desde el punto de vista político, sin duda. Desde lo económico no hay posibilidad de comparación entre ambos, para qué vamos a engañarnos.

Desde el oficialismo afirman que si usted gana, Bolivia podría entrar en una crisis como la Argentina. De hecho, hay pintadas que dicen: «Mesa = Macri”

En el mundo demagógico en el que vive Morales y en el calor de una campaña no me sorprende. Nosotros no vamos a privatizar y no tenemos que devaluar dado que tenemos una situación macroeconómica manejable. Giraría, pero sin ajustes estructurales: ni con medidas ortodoxas ni con el viejo consenso de Washington, ni con neoliberalismo.

EVO MORALES: «MESA SERÁ SUMISO AL FMI»

Bolivien Präsident Evo Morales im DW Interview mit Diego Gonzalez (DW)El presidente Evo Morales gobierna desde el año 2006 en Bolivia. Todo un récord en un país que antaño se vio marcado por la inestabilidad política. Ahora aspira a una nueva reelección, en medio de una agria polémica política. DW lo acompañó durante 48 horas y, entre aviones, helicópteros, caravanas y oficinas, conversó con él sobre su proyecto político y también sobre los problemas del momento.

¿Qué pasa con los incendios en la Chiquitanía?

La derecha quiere hacer negocio político con la Chiquitanía. Cíclicamente ha habido incendios, peores incendios.

La oposición dice que usted los atiza…

En Tarija comenzó el incendio provocado. Y yo mandé el (avión) Supertanker a apagarlo. Lo logramos y fue una fiesta total. Y otra vez volvieron a incendiar. Las autoridades de Tarija no querían que mandara el avión porque me estaba ayudando políticamente. Imagínate la mezquindad de la derecha…

El 21 de febrero de 2016, un 51% de la población votó en contra de modificar la Constitución para que se habilite la reelección indefinida y usted pudiera volver a presentarse. Sin embargo, luego de un fallo de Tribunal Supremo Electoral, usted será candidato nuevamente. La oposición argumenta que su mandato sería ilegítimo y hay gente juntando firmas para que no se presente…

No hay tiempo para eso, las elecciones son en dos semanas. ¿Para qué era el referéndum? Para modificar la Constitución. Como no ganamos, no se modifica la Constitución. Pero otra parte de la Constitución establece que las normas internacionales están por encima de ella. Ahí viene la interpretación de Tribunal Constitucional. Y no es novedad para América Latina ni para el mundo: Costa Rica, Honduras ya aplicaron esa figura. Tiene jurisprudencia internacional. ¿Qué argumento puede haber?

La oposición se apoya en el referéndum en el que ganó el ‘no’…

Desde el momento en que participan en las elecciones reconocen que soy candidato. Si fuera ilegal o inconstitucional mi candidatura, no participarían.

Entrevisté al candidato opositor Carlos Mesa y él argumenta que participa porque no le va a regalar la elección.

Sabíamos que era un sumiso ante el imperio, pero es un mentiroso ante el pueblo ¿Qué moral, qué ética, de qué transparencia puede hablar Mesa? Casi seguro se va a escapar, no va a hacer ninguna oposición. Estoy seguro que está arrepentido de haber aceptado la candidatura de la embajada de Estados Unidos. La verdadera oposición va a ser (Óscar) Ortiz.

¿No es buena la alternancia?

Que se presenten. Si mi política económica está mal, otro ganará automáticamente. Nunca hubo estabilidad política. Cinco años antes de que llegara yo hubo cinco presidentes. Cada año un presidente. En aquellos tiempos era como una competencia de los movimientos sociales de Argentina, Bolivia y Ecuador a ver quién sacaba más presidentes. Porque el modelo económico no respondía al pueblo. Ahora alguien como yo -que no tiene formación académica- va a cumplir 14 años en el poder. Y si ganamos, casi 20 años. Esto pasa porque el programa es del pueblo y no del imperio.

¿No teme que el personalismo afecte al futuro de su movimiento político?

Ayer en la mañana me llamaron ‘el hombre más poderoso de Bolivia’. Me he enojado, no acepto ese término, no lo comparto para nada. Sí soy un factor de unidad, hay que cuidar ese equilibrio: entre profesionales y no profesionales, entre oriente y occidente, entre derecha e izquierda, e incluso dentro de nuestro movimiento político. Podría haber resentidos, algunos que no estén convencidos. Pero si el movimiento no claudica en su posición antiimperialista, anticolonialista y antineoliberal, el proceso siempre va a continuar.

Si gana, ¿será su último período?

No llegué a la zona del Trópico de Cochabamba para ser dirigente y me tocó serlo. Luego me tocó ser presidente. Presté servicio. Quiero que entiendan que la política es la ciencia del servicio. Esfuerzo, compromiso y sacrificio por el pueblo. Por los más humildes. En ese marco, complacido digo cinco años más, con un poquito más de experiencia de gestión.

Pero no dice si será o no el último período…

Es mi última gestión, quiero decirle de manera muy sincera, satisfecho. No es sencillo ser presidente…

En la ciudad hay pintadas que dicen «Mesa=Macri”. ¿Cree que si gana la oposición el país puede entrar en una crisis política y económica similar a la argentina? 

Mesa va a volver a ser sumiso del Banco Mundial (BM) y del FMI, por lo tanto de Estados Unidos. No se trata de ‘argentinizar’ nada. Si se somete ahí, automáticamente llega el mandato neoliberal. Además, plantea en su programa ‘racionalización y reestructuración de la inversión pública’. En otras palabras, ajuste estructural: es el mensaje de los organismos internacionales.

La oposición argumenta que si usted gana, Bolivia se podría venezolanizar. ¿Habla con el presidente Nicolás Maduro? ¿Qué lo preocupa?

Sí, hablamos. Seamos sinceros: Maduro derrotó a la agresión norteamericana y de la derecha latinoamericana. Como en tiempos de la colonia o la monarquía, desde afuera quieren nombrar un presidente, es una vergüenza. Hablé con (Iván) Duque de Colombia, con (Emmanuel) Macron, con el rey de España, con (Mariano) Rajoy del tema. Un golpe, una intervención, significaría otra lucha armada. Conozco un poco a los bolivarianos, a los chavistas, a los militares: se van a enfrentar. Hay que buscar el diálogo.

Y en términos generales, ¿cómo analiza la situación en Venezuela? 

Últimamente no he visitado Venezuela. Me dicen que hay alimentos y medicamentos, pero carísimos. Antes no había nada. Imagino que las subvenciones le están costando bastante a Maduro. Derrotaron la agresión política, ahora la pregunta es cómo derrotar la agresión económica. En cuanto lo logren, sigo pensando que va a ser un modelo de país. Tiene tantos recursos naturales… Una vez escuché una charla entre Lula (Da Silva) y (Hugo) Chávez: «hermano, produce”, le decía Lula. El error es depender mucho del petróleo. Y sobre eso, el bloqueo económico…

En su gestión, usted tuvo primero un triunfo político y después logró cierto desarrollo económico. La pregunta ahora es si Maduro tiene margen como para encarnar un nuevo proyecto económico…

Si ha derrotado el intervencionismo y el golpismo, resolviendo el problema económico está consolidada la revolución bolivariana. No sé si tiene otro proyecto, no conozco muy bien. Aquí se trata de cómo ganar la batalla económica.

En octubre hay tres elecciones en la región: Bolivia, Argentina y Uruguay. ¿Qué escenario analiza?

Si bien los gobiernos progresistas o de izquierda retrocedieron en algunos países, ahora siento que sus pueblos están arrepentidos. Y tengo mucha esperanza de que en cualquier momento las fuerzas sociales van a identificar a los enemigos internos y externos para que nuevamente América Latina salga con fuerza a defender nuestra independencia y nuestra soberanía, y especialmente la dignidad y la identidad de los pueblos. (DW)

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