Bajar IVA a bienes ‘esenciales’: difícil de fiscalizar y no asegura menores...

Bajar IVA a bienes ‘esenciales’: difícil de fiscalizar y no asegura menores precios

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En medio del debate por el proyecto que busca gravar a los denominados «súper ricos» del país, la comisión de Constitución aprobó el miércoles una sorpresiva indicación presentada por diputados de Chile Vamos que apunta a rebajar por dos años el IVA a los productos de primera necesidad.

La propuesta considera reducir de 19% a 10% la tasa del IVA a los combustibles, productos sanitarios, hotelería y servicios de funerarias, entre otros. Junto con a ello, se aprobó rebajar a un 4% el IVA aplicable a productos básicos como el pan, harina, huevos, leche, quesos, fruta, verduras, hortalizas, legumbres, tubérculos, cereales, libros y medicamentos.

Así, la iniciativa sería revisada la próxima semana por la Sala junto a la totalidad del proyecto para aplicar un impuesto a los altos patrimonios, el cual también pretende subir a 30% el impuesto de primera categoría a las grandes empresas y eliminar algunas exenciones tributarias.

Ante esto, Emol consultó a algunos expertos tributarios, quienes, si bien aseguraron que la idea de implementar un IVA diferenciado se podría aplicar, tal como se hace en otros países, advirtieron sobre la dificultad de su administración, afirmaron que impactaría en las arcas fiscales -considerando que el IVA representa más del 40% de la recaudación del país- y no aseguraría una baja de precios para los consumidores finales, que sería el principal objetivo de la propuesta.

Según Claudio Bustos, socio fundador de Bustos Tax & Legal, «no es tan claro» que la reducción del IVA se traduzca en una rebaja de los precios a los consumidores finales. «La rebaja del tributo normalmente se traduce en una reducción del precio al consumidor en mercados altamente competitivos, pero muchas veces dicha rebaja no se produce tratándose de productos con demanda altamente elástica», ya que en esos casos una baja del precio «aumenta mucho la demanda, lo cual ocasiona que el precio aumente nuevamente, especialmente si la rebaja de IVA es transitoria«.

Por eso, a su juicio, «es fundamental» un mayor análisis económico respecto al tema, asegurando que, si se estudia bien, «la medida podría establecerse con carácter permanente, para lo cual es fundamental que se evalúe y se determine bien el impacto que tendrá en las arcas fiscales.

De lo contrario, resultará contraproducente». «También es necesario determinar muy bien los bienes que quedarán comprendidos en esta rebaja, ya que debiera limitarse a aquellos que son estrictamente esenciales o básicos para el consumo humano«, añadió.

Con todo, advirtió que «no es fácil de implementar» esta propuesta, «pues requiere un estudio minucioso de los productos o servicios a los cuales se desea favorecer con la rebaja, y analizar los efectos en las arcas fiscales».

Al mismo tiempo, afirmó que «o con un incremento de la propia base afecta a IVA, extendiendo la aplicación de este tributo a otros conceptos que en la actualidad no están gravados».

Además, «si se considera que aproximadamente la mitad de la recaudación fiscal total proviene del IVA, creo que la merma que una medida como esta causará en las arcas fiscales será importante. Por ello, es necesario analizar cómo se compensará esa baja en la recaudación fiscal, sin introducir nuevos impuestos que dañen la economía», dijo, y subrayó que el impuesto a los «súper ricos» y el royalty a la minería, «son claramente ejemplos de impuestos que no debieran establecerse, pues causan un enorme daño al mercado».

En tanto, Andrés Martínez, socio Tax & Legal KPMG Chile, comentó que se debe velar por no «distorsionar el sistema o perder efectividad en la recaudación».

«Desde un punto de vista técnico y práctico, mientras menos diferencias haya en los hechos gravados, menos espacio habrá para distorsiones y habrá más efectividad en la recaudación. Eso no debe perderse. De todas formas (bajar el IVA a ciertos productos) no es algo que sea imposible de hacer, pero sí habría que asumir un impuesto más complejo y más caro de administrar».

Mientras que Víctor Fenner, associate partner de Consultoría Tributaria EY, señaló que en esos asuntos «el diablo está en los detalles. Si bien en el papel suena bien, debe tenerse presente que la rebaja del IVA no necesariamente va a beneficiar al consumidor final, o a lo menos, puede no hacerlo por el total de la rebaja de tasa».

«La razón es que quienes proveen estos bienes y servicios a su turno contratan bienes y servicios con IVA, donde se les recargará el 19%. Si a su turno ellos solo pueden recargar 10% o 4% a sus clientes, podrían quedarse con un remanente de IVA que no podrán recuperar en el corto plazo, por lo que surge el incentivo de no traspasar a precio el menor IVA», explicó.

A su vez, recalcó que «no es llegar y bajar la tasa», sino que debe analizarse el efecto en toda la cadena de IVA.

«En la experiencia comparada, efectivamente existen varios países con IVA diferenciado, según el tipo de producto. Ello, sin embargo, exige importantes esfuerzos de administración y fiscalización del impuesto. Algunos estudios sugieren que la tasa de IVA debería tender a ser uniforme, y que las tasas rebajadas deberían ser excepcionales».

Por último, manifestó que «llama la atención que estemos debatiendo bajar el IVA transitoriamente cuando, por otra parte, en el informe de exenciones -confeccionado por una comisión presidida por Rodrigo Vergara- se aborda la posibilidad de ampliar el hecho gravado del mismo impuesto».

«Falta una línea editorial en los cambios impositivos que se están debatiendo lo cual es un reflejo del contexto incierto y de los muchos sectores que estiman que los impuestos son las herramientas de solución a los problemas que enfrenta el país», concluyó. (Emol)

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