Bachelet: ¿Tercera temporada?-Jorge Acosta

Bachelet: ¿Tercera temporada?-Jorge Acosta

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Han pasado algo más de sesenta días desde que Michelle Bachelet dejó La Moneda y la ex Presidenta ya suma cerca de una decena de apariciones en prensa o redes sociales que han acaparado la atención de los medios de comunicación. Desde que dejó el poder, prácticamente todas las semanas ha estado presente en la actualidad noticiosa, ya sea opinando categóricamente en temas relevantes (amparada en su discurso de la defensa del legado de su segundo gobierno) o manifestando su saludo a diversos grupos o causas.

La tradición republicana de “tomar palco” ante la vorágine de la contingencia luego de terminar un mandato presidencial, costumbre que incluso la propia Bachelet había respetado luego de culminar su primer período en 2010, fue rápidamente abandonada por la ex Mandataria, quien irrumpió en la escena nacional incluso antes de que terminara marzo.

Quedarse en un segundo plano sólo duró dos semanas, ya que a dieciséis días del cambio de mando Bachelet entraba nuevamente a la primera línea. Por Twitter manifestó su rechazo al fallo del Tribunal Constitucional que declaró inconstitucional el artículo que prohibía la presencia de controladores con fines de lucro en las universidades. Fue enfática al señalar que “distorsiona la decisión democrática de eliminar el lucro en la educación superior”. Esta  prematura y calculada irrupción en la coyuntura pareciera haber sido un fiel indicador de cuál sería la estrategia que adoptaría Bachelet en esta oportunidad.

De hecho, en un concurrido punto de prensa que concedió posteriormente a su reaparición pública, la ex Presidenta sentenció que la oposición debía hacer “oír su voz cuando le parezca que algo no corresponde”. Pareciera que ella misma ha sido consecuente con su llamado y ha puesto a disposición su propia voz, nuevamente para liderar una izquierda acéfala y extraviada.

Quizás ésa sea la esperanza que cultiven en su corazón muchos personeros de la ex Nueva Mayoría. La mejor demostración pública de la angustia opositora por su escasez de liderazgos se expresó en el homenaje que el socialismo, con la presencia de sus antiguos aliados partidarios, realizó hace algunas semanas atrás a la ex Presidenta. Mientras ella aseguraba que “la izquierda democrática chilena tiene muchos motivos para sentir orgullo”, la porfiada realidad política permitía constatar que la única figura capaz de aunar a la mayor parte de las fuerzas del sector sigue siendo la misma mujer que ocupó dos veces la primera magistratura.

Y parece que Michelle Bachelet lo sabe. O lo intuye, como le gusta decir.

Tal vez por eso, frente a temas como el dictamen de la Contraloría en torno a la objeción de conciencia -que toca uno de los mayores éxitos legislativos de su gobierno, como fue la legalización del aborto-, ella no ha dudado en rasgar vestiduras con frases grandilocuentes: “Torcer el espíritu de las leyes que la gran mayoría de la ciudadanía apoya es retroceder en lo avanzado”, dijo. Sus duras declaraciones contra el oficialismo no se condicen con el perfil de un ex Mandatario. O al menos con quien pretende seguir siéndolo.

De igual forma, Bachelet no ha perdido oportunidad para manifestar públicamente diversos gestos de reconocimiento y felicitaciones, como lo haría cualquier personaje político que deseara mantenerse vigente frente a la ciudadanía: saludos especiales (con video incluido) para el Día de la Madre, el Día de la Tierra, del Trabajador, de la libertad de prensa, a la selección femenina de fútbol, entre otros.

Si existe un hito que pareciera confirmar que las intenciones de Bachelet son volver a La Moneda por una tercera temporada, podría ser el que muchos entendieron como un wishful thinking subliminal expresado en su representación ilustrada como la Princesa Leia, acompañada por una sentencia casi profética: “Porque la lucha contra el lado oscuro de la Fuerza nunca termina, defendamos los logros ya alcanzados”.

Si la ex Presidenta mantiene intactas sus ganas de competir por un nuevo período, como todo parece indicar, es de esperar que lo pueda alcanzar sin mayores dificultades, casi como una predicción auto cumplida. Difícilmente pueden surgir nuevos liderazgos que tengan el espacio para florecer y competir en igualdad de condiciones con alguien de ese tonelaje político. (El Líbero)

Jorge Acosta, director ejecutivo Instituto Res Publica

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