Atraso de alumnos en carreras sube presión para ampliar duración de gratuidad

Atraso de alumnos en carreras sube presión para ampliar duración de gratuidad

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No fue por falta de empeño ni de estudio, dice Viviana Contreras, que se demoró nueve años en titularse de ingeniera civil química de la U. de Concepción.

En el camino reprobó seis asignaturas. Con una deuda de $20 millones -tuvo Crédito con Aval del Estado (CAE) y Fondo Solidario tras perder la beca Bicentenario-, cree que «pasar los ramos no depende solo del esfuerzo y dedicación. Puede costar más entender una materia, o que el entorno no sea propicio para que la dedicación sea 100% efectiva». Asegura que, en algunos semestres, la carga llegó a ser tan pesada que el cansancio la vencía y no llegaba a tiempo a sus pruebas.

Datos del Ministerio de Educación, en base a la matrícula 2016, año en que partió la gratuidad, muestran que reprobar asignaturas y extender la duración de la carrera está lejos de ser atípico: en promedio, los universitarios han avanzado el 78,4% de lo que deberían en sus programas. Es decir, están atrasados en uno de cada cinco ramos. La cifra sube a 79,2% si se considera a todos los estudiantes del sistema.

CONSECUENCIAS

Más allá de la frustración, el retraso repercute en el presupuesto familiar. La gratuidad cubre solo la duración formal de la carrera y luego, la universidad financia un semestre. Después, el alumno debe responder.

El estudio del Mineduc refuerza lo planteado por rectores y alumnos, en torno a la necesidad de revisar esta cláusula. «Lo que estamos experimentando es simplemente la verificación de algo que hicimos ver (en el debate legislativo). Todos las universidades aportaron sus estudios para demostrar que un porcentaje muy importante de jóvenes, dependiendo de las carreras, se demora más», afirma Aldo Valle, rector de la U. de Valparaíso y vicepresidente del Consejo de Rectores (CRUCh).

Los mayores atrasos se producen en áreas como la ingeniería. «Está asociado a las competencias que tienen en matemáticas cuando ingresan a las universidades. Eso corresponde más bien a las consecuencias de nuestro sistema escolar, no es responsabilidad de las instituciones», añade Valle.

Su par de la U. de Talca, Álvaro Rojas, enfatiza las consecuencias que esto trae para los planteles: «Debemos hacer un esfuerzo adicional para mantener a esos estudiantes con financiamiento, el cual se va a ir resintiendo de forma progresiva».

«Inquieta y decepciona profundamente que, a la fecha, las autoridades se muestren insensibles para entender y atender un tema de suma urgencia», añade Rojas. Para el rector de la U. Alberto Hurtado, Eduardo Silva, la respuesta es clara. «Cuando todos tienen un atraso de dos o tres semestres, es evidente que la gratuidad tiene que acompañar eso», dice.

Los estudiantes esperan una solución. «Si su respuesta va a ser extender la gratuidad, que lo digan pero ahora. Estamos organizándonos para salir a las calles el 25 de abril», alerta Karla Toro, presidenta de la FECh.

NIVELACIÓN PREVIA

Para el Mineduc, la respuesta no es esa. El subsecretario de Educación, Raúl Figueroa, plantea que el espacio para mejorar está en la trayectoria previa del estudiante: «Estamos convencidos de que el fuerte de la inversión hoy día debe estar en la educación de párvulos y escolar, en orden a que los alumnos ingresen a la educación superior sin brechas de aprendizaje que les dificulten luego la titulación».

La autoridad enfatiza que pueden seguir estudiando y «pagando menos que sus compañeros, con la posibilidad de financiar ese gasto con créditos subsidiados, que se traducen luego, una vez que son profesionales, en cuotas que en promedio no exceden los $20 mil».

A esto, dice, se suma el proyecto que se tramita en el Congreso para crear un sistema que reemplace el CAE, «que tiene mejores condiciones para los estudiantes y que por esa vía, entrega también una solución». (El Mercurio)

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