América Latina: Covid-19 favorece militarización de la seguridad pública

América Latina: Covid-19 favorece militarización de la seguridad pública

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Los militares vuelven a salir a las calles en buena parte de América Latina. El año pasado, incluso Gobiernos democráticos se valieron de ellos para contener disturbios, como ocurrió en Chile y Ecuador. La crisis de Bolivia fue otro capítulo. Los casos en que los uniformados cobran presencia pública se suman. Ahora es el reto del coronavirus el que ha llevado a la mayoría de los países de la región a recurrir a las Fuerzas Armadas para dar la batalla contra la epidemia. En algunos casos, prestan apoyo sanitario; en otros, resguardan las fronteras cerradas. O hacen cumplir las disposiciones de toques de queda y cuarentenas.

ARMAS DE GUERRA

En Chile, los militares salen con sus vehículos completamente equipados «como si fueran a la guerra”, dice a DW el analista chileno Raúl Sohr, especialista en temas de defensa. Este autor de numerosos libros, entre ellos «Claves para entender las guerras”, considera que la carga emocional de ver a los militares en las calles es muy fuerte para los chilenos. Para explicarlo, no solo se remite al recuerdo de los crímenes de la dictadura de Pinochet, sino también a episodios más recientes, como los vividos tras el estallido social del 18 de octubre de 2019. Y cuenta también un caso de la semana pasada: «Tuvimos un incidente muy grave en Arica, donde a una persona que no se detuvo en los controles se le disparó con un fusil. El proyectil travesó el vehículo y dejó gravemente herida a la persona”. A su juicio, utilizar armas de guerra en una situación de crisis sanitaria es un «despropósito absoluto”.

Sohr piensa que la tarea de las Fuerzas Armadas en la crisis del coronavirus debe ser más bien complementaria. Por ejemplo, en asuntos de logística. Transporte aéreo, hospitales de campaña, buques hospitales y otros recursos de los que disponen los uniformados, resultan claves ante esta epidemia.

El Salvador Coronakrise Covid19 Polizei Kontrolle (Reuters/J. Cabezas)Soldados salvadoreños patrullan en la plaza Gerardo Barrios después de que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ordenara la cuarentena domiciliaria durante 30 días en todo el país.

CAMPO DE LA SEGURIDAD PÚBLICA

Ignacio Cano, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, y miembro del Laboratorio de Análisis de la Violencia, hace notar por su parte que no solo de América Latina, sino en varios continentes, los militares están realizando misiones relacionadas con el coronavirus. Es algo que entra dentro del mandato general para casos de desastres, que suele ser parte de la función de los militares. «En ese sentido, su presencia es natural”, dice el académico español, residente en Brasil. Pero puntualiza que, «con el coronavirus, además de su función de apoyo, hoy cumplen también una función de hacer respetar las reglas específicas del confinamiento y el aislamiento social. Y, en ese sentido, vuelven a adquirir un papel mayor en el área de la seguridad pública”. En la medida en que actúan en este terreno, «expanden su cometido y levantan todas las cuestiones tradicionales de los problemas y los riesgos asociados a una mayor presencia militar en el área de seguridad pública”, agrega, y plantea algunos problemas, como «la falta de mandatos específicos muchas veces, la falta de formación, o el riesgo de que usen doctrinas que no sean apropiadas”.

ESCENARIO SOMBRÍO

Raúl Sohr advierte que siguen conservándose rasgos de autoritarismo en las instituciones castrenses. «Yo creo que la mentalidad de los militares latinoamericanos no ha cambiado tanto”, dice, echando de menos una autocrítica de las Fuerzas Armadas, por ejemplo, por los crímenes de la dictadura en Brasil, o del escándalo de los «falsos positivos en Colombia”.

En su opinión, el peligro de una recaída en sistemas dictatoriales no puede descartarse del todo. «Yo creo que la posibilidad siempre existe, porque la crisis recién se está iniciando. Hoy día estamos viviendo la fase sanitaria de la crisis, nos estamos deslizando lentamente a la fase económica y la ausencia de actividad económica que trae el confinamiento va a derivar en la tercera fase, que es la fase social… Y eso en definitiva va a tener repercusiones políticas, porque si hay inestabilidad social y tenemos una situación de saqueo y descontrol, va a haber una demanda de imponer el orden y eso puede abrir las compuertas a una intervención militar”. (DW)

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