Un grupo de dirigentes estudiantiles salió molesto de la plenaria de la Confech el 9 de agosto en la Universidad Diego Portales. Algunos de ellos por redes sociales reclamaron la intención del «bloque de conducción» -grupo que lidera la Confederación de Estudiantes- de aceptar la mesa de trabajo que entonces propuso el Gobierno para reanudar el diálogo sobre la reforma educacional. Hecho que en la plenaria que se realizó en Arica, la semana siguiente, se concretó. «El bloque» se mueve a «ritmo del Gobierno», acusaron.
Sus «posturas radicales» los llevaron a autodenominarse hace unos años los «sinfech», y hoy se les conoce como los «ultras». Sus primeras expresiones surgieron hacia 2010 casi en el anonimato, y comenzaron a reunirse al margen de la coordinación universitaria instalada en la Confederación de Estudiantes. Su idea era cuestionar las políticas del Gobierno, porque se centraban solo en la educación y no en un cambio total del sistema que incluya a los trabajadores, pobladores y que erradique el capitalismo.
Es por esto que los «ultras» apuestan al término de la «lógica de mercado», la estatización de la educación y un sistema educacional que «esté al servicio de los trabajadores y el pueblo». Consideran que los líderes de la Confech, unidos en el «Bloque de Conducción», que conforman la Izquierda Autónoma (el movimiento del diputado Gabriel Boric), la Unión Nacional Estudiantil (UNE) y el Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), tienen posturas demasiado moderadas.
Aunque habían perdido fuerza en medio del protagonismo que fueron tomando los líderes de la Confech, hace seis meses e informalmente volvieron a reunirse. Su presencia no solo ha ido en aumento, sino que ha marcado el curso de las movilizaciones en varias casas de estudio durante este año.
Una de ellas es la Universidad de Santiago, liderada por Marta Matamala, del movimiento «Somos», y que recién el miércoles finalizó un paro estudiantil de cuatro meses. Semanas antes el rector, Juan Manuel Zolezzi, dio un ultimátum a los movilizados, manifestando que cerraría el semestre a más tardar el 26 de septiembre.
En la Novena Región estos movimientos también han adquirido un rol protagónico. Tanto en la Universidad de la Frontera como en la Universidad Católica de Temuco las tomas de los planteles se han caracterizado por manifestaciones violentas. Destrucción de mobiliario, amenazas a estudiantes y funas contra autoridades universitarias, entre otras. En este escenario, los rectores de las instituciones anunciaron la presentación de querellas.
DESPLAZARON A SANDE (FEUC) EN LA CONFECH
Algunos de los grupos de «ultra izquierda» siguen la línea de Vladimir Lenin o la del líder de la revolución comunista en China, Mao Zedong. Otros, en tanto, reivindican las ideas de grupos como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Aunque han nacido fruto del debate en torno a la educación, consideran que su acción debe ir más allá: el fin del sistema actual y la estatización como forma de «devolver al pueblo sus derechos», están entre sus aspiraciones. Para lograr este objetivo algunos proponen «tomarse la educación», crear una vía «paralela al Estado», e incluso la vía revolucionaria. «El papel que juega el ‘bloque de conducción’ es llenar el cupo que antes llenaba el PC en la Confech: son una derecha moderada, pero derecha al fin y al cabo. Ellos buscan desarrollar todo por buenas vías, por el Congreso», dice Patricio Jáuregui, presidente de la Federación de la Universidad Tecnológica Metropolitana y miembro de un movimiento interno llamado «Para Todos Todo», al explicar por qué critican al sector de Boric.
Actualmente tienen presencia en al menos 10 federaciones de las 52 que conforman la instancia. Una de ellas es la Feusach que lidera Matamala, elegida este año como vocera de la orgánica estudiantil, luego de que el presidente de la FEUC, Ricardo Sande, fuera removido de dicha vocería. En el sur, además, el colectivo Fuerza Universitaria Rebelde (FUR), tiene dos de las tres vocerías de la zona, con las federaciones de la Universidad de La Frontera y de Concepción (en esta última, en conjunto con la UNE).
CONSTRUCCIÓN DE UN BLOQUE «REVOLUCIONARIO»
Con el aumento de su presencia en las federaciones estudiantiles, en la denominada «ultra izquierda» pretenden incrementar su influencia en el debate educacional. Incluso más allá de la Confech, a través de un bloque que agrupe sus ideas. Y es que desde el sector reconocen que no existe una orgánica general que los congregue.
De hecho, su principal instancia de coordinación se da en los breaks , en los almuerzos o en los instantes previos al inicio de las plenarias de la Confech, donde acercan posturas o comentan «la tabla» de los temas que se debatirán en la próxima reunión. La razón, explican, es que aún se trata de grupos con presencia local o en determinadas universidades, en las que se van formando muchas veces de manera autónoma al movimiento original.
Es lo que sucede, por ejemplo, con el FUR, cuya presencia está principalmente en el sur, o el «Somos», que si bien han formado ramas en otras universidades además de la de U. de Santiago, hoy no existe mayor coordinación entre ellos.
Esto ha provocado que los movimientos del sector trabajen por ahora con prioridades distintas. Así, aseguran, mientras algunos se han centrado en la «democratización» de las universidades, otros han puesto su foco en el trabajo con sindicatos o en poblaciones. Lo que ha llevado a que pese a la cercanía ideológica entre los colectivos, por el momento la relación la definan más bien como de «compartir experiencias».
Pese a lo anterior, varios líderes de los movimientos coinciden en que este año podría existir una «unión amplia» que los reúna como conglomerado dentro de la Confech. De hecho, algunos colectivos han ido aprovechando las instancias en que pueden confluir. Es el caso de la coordinación que han establecido el FUR en la U. de Concepción, cuyo movimiento lidera la federación de la casa de estudios, y «Somos», colectivo que se formó recientemente en ese establecimiento.
Otros ya han comenzado a generar iniciativas en conjunto, como debates y actividades con sindicatos. «Hoy existe un espacio para unirnos, pero con más fuerza que en otras oportunidades», asegura Jáuregui.


