Los comunistas creen que el próximo gobierno será de derechas, probablemente de José Antonio Kast y se preparan para encabezar una oposición implacable contra un presidente al que consideran “fascista”; lo que les resulta mucho más atractivo que jugársela por Jara con un discurso que los obliga a dejar de lado sus principios.
- En vez de desgastarse intentando transformar a Jara en una candidata competitiva, prefieren reforzar sus banderas, maximizar su votación parlamentaria y colocarse en una posición de fuerza para el día después.
- Porque lo que el PC no quiere es administrar un gobierno neo-socialdemocrata, descafeinado, como terminó siendo el de Boric, bajo la conducción económica de un clon de Marcel.
- Por eso no es casualidad que Lautaro Carmona, acusara al gobierno de rendirle culto al presupuesto como si fuera “un Dios por sobre las necesidades sociales”. La frase condensa la frustración comunista: La Moneda claudicó en su promesa transformadora.
- El propio senador socialista Juan Luis Castro lo dijo con crudeza al señalar que “nunca le habían hecho a un candidato lo que el PC le está haciendo a Jara; una figura que nunca tuvo el apoyo de la cúpula del partido que se inclinaba por Daniel Jadue.
- La señal es inequívoca: el PC no hipotecará su discurso para ayudar a su candidata, no defenderá la estabilidad económica ni la responsabilidad fiscal, ni la gestión de Marcel, la “joya de la corona” de este gobierno.
Marcar distancia con Jara. Su identidad se juega en otro terreno, en la confrontación contra la ortodoxia fiscal y en mantener vivo el relato de que representan “al pueblo” más allá de los límites institucionales. Para ellos, lo que está en juego no es la presidencia, sino el lugar del partido como columna vertebral de la izquierda en la próxima década
- Su objetivo es elegir a la máxima cantidad de diputados y senadores para lo cual necesitan disputar voto a voto con los candidatos del Frente Amplio y el Partido Socialista, lo que no conversa con la postura “socialdemócrata” y moderada que adoptó la campaña de Jara.
- Ante una derrota que ven como inevitable, han resuelto no hacer ninguna concesión discursiva ni tampoco guardar silencio, aun cuando con sus pronunciamientos le estén quitando el piso a la candidata.
- La candidata puede distanciarse todo lo que quiera de los dichos del presidente de su partido, gritar a los cuatro vientos que no los “comparte en absoluto”.
- Pero no puede negar que Carmona -calificado como “el Altamirano de Jara” por Juan Santana jefe de la bancada de diputados socialistas- dijo lo que dijo y que lo hizo a sabiendas de que ello generaría controversia y polémicas, dañinas para la campaña.
- El “portonazo” de Carmona, entonces, no es un acto improvisado ni un gesto de arrogancia personal. Es la expresión de una estrategia consciente: Marcar distancia con la candidatura, reforzar la identidad comunista.
- En términos políticos el efecto es grave pues está generando un “guirigay” entre los partidos en plena campaña y le resta credibilidad a la candidata frente a la ciudadanía en general y al electorado que ella trata de conquistar. Así, se siembra la duda sobre su capacidad de dar gobernabilidad, ya que deja al descubierto que una parte muy importante de su partido no comparte su programa ni su enfoque.
Debilidad al desnudo. El PC es un partido que aplica el “centralismo democrático” que no acepta disidencias y aplica una disciplina férrea, ¿Quién garantiza que los parlamentarios comunistas vayan a respaldar las iniciativas de su eventual gobierno si se apartan de los lineamientos partidarios?
- Jara está atrapada en una dinámica perversa muy difícil de controlar, expuesta al fuego “amigo”. Una candidata que puede ser refutada en cualquier momento por sus propios camaradas que emiten juicios que atentan contra el corazón de su propia visión de cómo deben ser las cosas.
- Pero Carmona fue más lejos al afirmar que el ministro de Hacienda estaba “bien renunciado” por no someterse a la lógica del gasto ilimitado, rompiendo con un principio básico de gobernabilidad asumido por el progresismo hace muchos años.
- A todo lo anterior hay que agregar que, al dinamitar a su propia candidata, también desnuda la mayor debilidad estructural de la izquierda chilena en estos momentos: la imposibilidad de articular un proyecto común que trascienda los cálculos tácticos e ideológicos de cada partido, lo que probablemente les costará la elección.
- Mientras altos dirigentes del PC se atrincheran en la pureza de su relato y el socialismo democrático busca moderación para no espantar al centro, la derecha avanza sin contrapeso real. Lo de Carmona no solo es un “portonazo” a Jara, sino un golpe a la viabilidad de cualquier coalición progresista que incluya al partido comunista, para aspirar a disputar seriamente el poder en el chile de hoy. (Ex Ante)
Jorge Schaulsohn



