La primera es que su paso por La Moneda, considerando los casos Convenios, Monsalve y Procultura —entre tantas otras cosas—, no será recordado como un ejemplo eminente de gobernabilidad ni rigor en la gestión pública. Lo segundo es que su período presidencial, a diferencia del anterior, no ha debido enfrentar adversarios políticos decididos a derrocarlo; y si esto habla mal de alguien, no es precisamente de la oposición actual (¿quién maneja ciertos gremios?, ¿cuál es el porcentaje de “la calle” que trabaja hoy en el Ejecutivo?). Por último, en tercer lugar, aunque las izquierdas no han padecido grandes protestas al ejercer el poder, sí experimentaron la derrota democrática más dura de su historia bajo este gobierno, el 4 de septiembre de 2022.
Cuando lo que importa es un papel y un lápiz, y no los actos de fuerza, ni el oficialismo ni el Presidente Boric tienen mucho de qué jactarse. (El Mercurio Cartas)
Claudio Alvarado R.
Director ejecutivo IES



