En dos años la actual administración acumula pérdidas por más de 20 mil millones de pesos, siendo que los tres años anteriores tuvo ganancias anuales que promediaron los $4 mil millones.
TVN, hoy cuarto en sintonía, dejó de ser competitivo, en parte porque está obligado a una misión que los canales comerciales no tienen, en gran parte por mala gestión y, también, por no haber sabido adaptarse al cambio de los medios de comunicación en una época de plataformas y redes sociales multimediales.
El rescate financiero por $70 mil millones aprobado por el Congreso en 2015 (también debido a una gestión negligente que dio origen a una comisión investigadora en la Cámara de Diputados) supuso un compromiso de cambio y adaptación que no se cumplió.
Hoy no queda sino la opción de apelar a lo posible. Primero, debe salvaguardarse aquello que es valioso y que se ha construido a través de su historia: su archivo histórico, su canal educativo cultural, su señal de noticias y su señal internacional. Debe, al mismo tiempo, desprenderse de todo aquello prescindible para un medio moderno: su enorme (y semidesocupada) infraestructura, sus nueve sedes físicas regionales y sus tres sindicatos, que en conjunto significan un lastre fijo que le resta competitividad y lo aleja de cumplir cualquier misión pública centrada en contenidos de buena calidad.
Por último, definir que será un medio diferente de los canales comerciales, cuyo foco será educativo cultural y noticioso, aunque mucho más pequeño.
De lo contrario, y como trasunta la carta de los directores, dentro de poco solo quedará liquidar sus activos para pagar las cuantiosas deudas acumuladas, que equivalen, más o menos, a su decreciente valor comercial. (El Mercurio Cartas)
Luciano Cruz-Coke
Senador



