TPP-11 y el precio de la ignorancia ideológica

TPP-11 y el precio de la ignorancia ideológica

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El Frente Amplio -y buena parte de la izquierda- pasó años boicoteando el TPP-11. Levantaron mitos, agitaron temores y convirtieron un tratado técnico, ampliamente discutido, en un símbolo de resistencia contra un enemigo imaginario: el libre comercio.

Hoy, cuando el tratado está en plena vigencia y las exportaciones chilenas al bloque superan los US$14.000 millones en 2024, una diputada del FA, Gael Yeomans, reconoce públicamente que no conocían el contenido del acuerdo cuando lo rechazaron. Es decir, ahora dicen que votaron en contra sin leerlo, sin entenderlo y sin evaluar sus beneficios reales. No es sólo una confesión de ignorancia, sino de una irresponsabilidad política inexcusable.

Porque no se trataba de un proyecto marginal. El TPP-11 es uno de los tratados comerciales más relevantes del planeta, que reúne a 11 economías que representan cerca del 13% del PIB mundial. Un tratado que, además, fue negociado con transparencia, cuyos textos e informes estaban disponibles públicamente desde 2018, y que tuvo amplia cobertura técnica y académica. No había excusas.

Pero la izquierda radical eligió conscientemente el camino de la desinformación. Dijeron que Chile sería “demandado por transnacionales si protegía derechos laborales”, cuando el tratado no debilita ninguna garantía laboral vigente. Afirmaron que se sacrificaba la soberanía nacional, cuando los mecanismos de solución de controversias son estándar en tratados similares ya firmados por Chile. Incluso sostuvieron que el TPP no promovía el desarrollo sostenible, cuando contiene capítulos explícitos en materia ambiental y laboral.

El daño ya está hecho: el rechazo ideológico al TPP-11 retrasó su aprobación en al menos 8 años, impidiendo que miles de pequeñas y medianas empresas chilenas accedieran a mejores condiciones de comercio exterior. Años en que perdimos oportunidades, inversiones y empleos, simplemente porque algunos querían “dar señales” a su base política, aunque no entendieran de qué estaban hablando.

Hoy el Gobierno, que en campaña rechazó el tratado, lo celebra como motor del crecimiento. Parte del FA en funciones se acomoda al realismo; mientras tanto, sus mismos dirigentes en redes o columnas -como el exsubsecretario José Miguel Ahumada- siguen atacando el libre comercio como si viviéramos en 1970. ¿En qué cree realmente el Frente Amplio? ¿En la apertura económica o en el anti-crecimiento disfrazado de activismo?

Chile necesita una política exterior comercial seria, estable, basada en evidencia, no en cuñas para TikTok. La apertura al mundo ha sido uno de los pilares que ha permitido a nuestro país reducir pobreza, crear empleo, aumentar ingresos y ofrecer oportunidades a millones. El TPP-11 es una pieza más en esa arquitectura. Negarse a verlo por razones ideológicas no sólo es torpe, fue profundamente irresponsable. (El Líbero)

Álvaro Bellolio