Nadie tiene dudas que es necesario cotizar más. Cotizar un 10%, más el SIS, más una comisión altísima; señalo esto último porque es algo que ha pasado muy desapercibido; es claramente insuficiente.
¿Cómo se distribuye ese porcentaje adicional de cotización? ¿Quién lo administra? Parecen ser dos temas de alta tensión política y difíciles de resolver. Si bien, no le resto importancia ni valor a un posible acuerdo en un tema tan controversial, no me quiero detener ahí. Entiendo que esto es parte de una negociación política más que de preferencias individuales o visiones exclusivamente tecnocráticas. En este sentido, no le resto importancia y valor a un posible acuerdo en un tema tan controversial.
Mi punto es otro: ¿cómo lo hacemos para que los empleadores sean capaces de absorber un incremento en el costo laboral? ¿Cómo lo hacemos para que este incremento no genere un estancamiento en los salarios reales? ¿Es capaz nuestro mercado laboral de absorber este aumento de costos al corto plazo? ¿Cómo lo hacemos para que la necesaria reforma previsional no traiga consigo un crecimiento de la informalidad laboral? Desde mi perspectiva se ha discutido muy poco sobre los impactos en el mercado laboral de la reforma previsional.
En un contexto de clara crisis del mercado laboral, me parece que las preguntas anteriores son insoslayables. Hablo de crisis en el mercado laboral porque existe (i) un estancamiento de la productividad, (ii) una tendencia creciente a la informalidad y (iii) un incremento de costos laborales producto de, entre otras cosas, una reducción de la jornada laboral. Es decir, la reforma previsional debe ir acompañada (medidas complementarias) de reformas concretas que favorezcan la formalidad y que aumenten el dinamismo del mercado laboral. O si no, ¿de qué sirve aumentar la cotización ya sea en 6% o en 7% o en 15% si se quiere, si no se producirán dichas cotizaciones?
Hoy, sin reforma aún, entre informalidad laboral, desempleo y personas que ya no buscan trabajo, frustradas por no encontrar trabajo, el número está por sobre un 40%, es decir, es una realidad absolutamente preocupante, ni imaginar cómo puede terminar esto si se absorbe la Reforma Previsional sin medias complementarias.
El Ministerio de Hacienda estima en 100.000 los empleos que se podrían destruir producto de la reforma previsional. La verdad es que me parece una cifra bastante subestimada, el Ministerio de Hacienda se ha caracterizado por minimizar la crisis laboral en la que nos encontramos y tener cifras más optimistas que las que se experimentan.
Si la propuesta para responder a esta inquietud es algún bono estatal para pymes, claramente es una respuesta insuficiente. Basta de medidas “parches” de poco alcance y llenas de burocracia. La respuesta debe ser contundente: modernizar nuestro régimen laboral.
Nuestra legislación laboral está obsoleta, es demasiado rígida, se está judicializando todo en exceso. Esto no es sólo una inquietud personal, esto se refleja en hechos: tendencia creciente a la informalidad y el empleo privado (no estatal) formal completamente estancado.
Tengo claro que el sólo hecho de mencionar una modernización de la legislación laboral, inmediatamente despertará los versos de “precarización del trabajo”, pero vamos a los hechos, esto no se trata de precarizar el trabajo, se trata de entender el mundo y el contexto en que vivimos, de analizar realmente lo que está sucediendo en la sociedad chilena y su mercado laboral, el cual está completamente estancado y en crisis. Esto se trata de tener una legislación que nos permita despegar y dinamizar el mercado laboral. (El Líbero)
Andrés Larraín de Andraca



