78%-Loreto Cox

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El triunfo del Apruebo fue abrumador: casi ocho de cada diez personas quieren una nueva Constitución. Es cierto, hay una mitad de Chile que no acudió a las urnas, pero una encuesta representativa de fines de 2019 muestra que entonces la fracción de la población total que prefería el Apruebo era también muy alta: 67% (CEP).

¿Qué significa un número tan, tan grande? Por de pronto, quiere decir que no hay aquí una brecha generacional. Si bien hubo diferencias importantes por edad en el apoyo al estallido social y, sobre todo, en la justificación de la violencia como forma de protesta, el 78% de apoyo a la nueva Constitución indica que esto no es puramente un asunto de jóvenes.

El 78% significa que el Apruebo tampoco es mayormente una cosa de izquierda o derecha. Según la última CEP, la autoidentificación con la izquierda o centroizquierda es 15%, la con el centro es 6%: faltaría un 57%. Es verdad que dentro del 72% que no se identifica con ninguna posición podría haber muchos que, desencantados con la política, eligen “ninguna”, aunque sus ideas sean más bien de izquierda. Pero no sería fácil de entender, entonces, por qué incluso dentro de este grupo Lavín es el personaje mejor evaluado. Si bien podemos decir que, a grandes rasgos, el Rechazo es una opción más bien de derecha (según Cadem votaron por ella el 68% de los votantes que se identifican con la derecha, contra el 5% de los de izquierda), el Apruebo es una amalgama de posiciones, incluyendo a un tercio de la autoidentificada derecha.

La votación del Apruebo tampoco refleja una división de clase. Por mucho que en tres comunas del sector oriente haya ganado, contracorriente, el Rechazo, incluso ahí el Apruebo obtuvo entre un tercio y el 44% de los votos. Como referencia, en 2017 Piñera obtuvo el 88% de la votación en Vitacura. Y a nivel nacional, según Cadem, dos tercios del estrato alto habrían votado Apruebo.

En suma, el Apruebo no pertenece ni a una generación determinada, ni a un sector político, ni a una cierta clase. Es que 78% es, sencillamente, un número muy grande.

¿Qué comparte, entonces, esta mayoría maciza? Seguramente comparte una desconfianza profunda en el sistema político. Los niveles de confianza en el Gobierno, en el Congreso y en los partidos políticos se cuentan apenas con los dedos de una mano. Así, por mera matemática podemos afirmar que el Apruebo desconfía de la política (también el Rechazo, por cierto). Como el Rechazo fue incapaz de articular una teoría, por optimista que fuera, sobre cómo con su opción podríamos recuperar confianza, la ciudadanía, ávida de una salida a la crisis, prefirió el optimismo, así fuera improbable, antes que un pesimismo seguro.

Las coaliciones, a menos que tengan vocación de minoría, deberán entender que esta apuesta significa romper con el statu quo constitucional (“locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”). Pero al mismo tiempo, tampoco constituye un mandato por un modelo específico —78% es demasiado alto para ello. (El Mercurio)

Loreto Cox

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