31 mil dólares per cápita-Claudio Hohmann

31 mil dólares per cápita-Claudio Hohmann

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Recientemente el Fondo Monetario Internacional informó que el PIB per cápita de nuestro país alcanza a los US$31.000, lo que pone a Chile en lo alto del conjunto de países sudamericanos (aunque Guyana a la cabeza, nos supera largamente), por encima de Uruguay -que nos pisa los talones- y de las economías más grandes de la Región. Pero, ¿qué significa ese nivel de PIB per cápita?

No hace tanto que superar el umbral de los US$30.000 implicaba ipso facto un estatus de nación desarrollada para la afortunada que lo conseguía. Pero la noción misma de nación desarrollada evoluciona en el tiempo. Hace medio siglo el nivel que ha alcanzado Chile lo habría puesto cómodamente en el exclusivo grupo de las desarrolladas. En cambio, en la actualidad somos todavía una economía emergente. Por otro lado, las economías desarrolladas siguen creciendo -raramente decrecen o se estancan por mucho tiempo-, distanciándose de las emergentes cuando éstas no logran superar los rendimientos de las primeras -que es lo más frecuente. El desarrollo pleno parece volverse así una meta inasible para países como Chile, que por momentos la ha vislumbrado en el horizonte, sólo para verla esfumarse a la vuelta del camino.

Véase el caso de países como Portugal o Nueva Zelanda, que solemos usar como referencias para medir el progreso que hacemos en esta materia. Pues bien, de acuerdo al FMI el primero alcanza a un PIB per cápita de US$47.000, poco más de un 50% mayor que el de Chile, y el segundo a la friolera de US$54.000, una cifra que demandaría otros “30 años” virtuosos para ser alcanzada entre nosotros. Incluso, países como Bulgaria, con el que no hace tanto estábamos nivelados, con sus actuales US$36.000 per cápita se nos va alejando irremisiblemente.

Estas referencias muestran lo insuficiente que resulta estar en lo alto de una región que no se destaca por el crecimiento de sus economías, sino que más bien por sus escasos logros en esta materia. Penosamente, ninguno de los países latinoamericanos se clasifica entre los cuarenta de mayor desarrollo humano del mundo. Pero, sobre todo, estas comparaciones ponen de manifiesto las debilidades y errores de las políticas públicas implementadas en la última década, que han puesto a la economía chilena en ralentí sin que se vislumbre hasta aquí una recuperación del crecimiento de tendencia para los próximos diez años. Al ritmo que éste lleva y se proyecta, Chile demoraría 22 años en alcanzar el PIB per cápita de Portugal.

Con todo, resulta inexplicable que aquí -donde las cosas se han hecho mejor y están mejor que en la mayor parte del vecindario- se haya intentado una refundación en toda la línea de las bases institucionales que dieron forma al Chile del siglo 21, que abandonaba la senda reformista de la modernización capitalista que nos puso en esa aventajada posición en la Región -y que ha sido, sin excepción, la que han seguido los países que alcanzaron el desarrollo.

Tanto como el estallido social, cuyas causas todavía se analizan y discuten cuatro y tantos años después que tuviera lugar, también resulta imprescindible entender cómo fue que el progresismo chileno, de la mano de la izquierda, dio un paso en falso de tal calado, cuyo irremediable impacto en la política y en la economía se seguirá sintiendo en los años por venir. (El Líbero)

Claudio Hohmann