¿Dónde quedó el contrato social en La Araucanía?

¿Dónde quedó el contrato social en La Araucanía?

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Esta semana se aprobó una nueva extensión del Estado de Excepción Constitucional para la Macrozona Sur. La ministra del Interior ha comentado que esta medida es excepcional y que seguirán trabajando. Pero, entendiendo que esta es una acción extraordinaria, ¿qué están haciendo para que estemos más cerca de levantarla?

Hace unos días, la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) se adjudicó un ataque contra cuatro equipos y un container en La Araucanía, y como si fuera poco, lienzos que aludían a la Weichan Auka Mapu (WAM) fueron encontraron en el fundo San Marcos en la región de O´Higgins, el primer ataque en esa zona del país.

El Estado ha retrocedido y el control territorial está en manos de esos grupos que, escudados en la “causa mapuche”, realizan acciones terroristas y lucran con economías ilegales asociadas al robo de madera y tráfico de drogas. El poder transitó lentamente hacia las orgánicas radicalizadas que atemorizan a la población y amenazan con extenderse hacia la zona central. 

El Contrato Social existe porque los ciudadanos han cedido su poder a un ente superior, el Estado, para que éste los proteja. Situación que hace tiempo no vemos en el sur, y que no es falla de unos o de otros, sino que de todos. Desde 1990 que se acumulan casos asociados a las reclamaciones ancestrales; en 1997 se identificó el primer ataque a camiones forestales, coincidentemente, mismo año en que nace la CAM. Desde ahí, la violencia sólo ha aumentado y la naturaleza de esas primeras acciones de “la causa” hoy es muy distinta.

A la CAM se le han sumado otras organizaciones: la Weichan Auka Mapu, la Resistencia Mapuche Malleco y la Resistencia Mapuche Lafkenche, entre otras, pero ninguna tan poderosa como la coordinadora liderada por Héctor Llaitul. Ha llegado a tanto su poder que la sala de cine de Matucana 100 durante los primeros días del mes exhibió el documental “CAM: Liberación de una nación”, donde el equipo de producción, según su descripción, fue “testigo in situ del proyecto de liberación nacional”. Si eso no es tener poder, no sé lo que es. No creo que exista otro grupo terrorista en el mundo que pueda exhibir en salas de cine nacional un documental, ni menos un Estado que lo permita. 

Entonces, ¿de qué sirven los estados de excepción sin un plan de recuperación del poder por parte del Estado? Los resultados de la coordinación extraordinaria en La Araucanía y Biobío han sido exitosos, no cabe duda que los despliegues en la zona tanto con el gobierno pasado como con este han disminuido los ataques, pero ¿qué hacemos para que esos resultados se mantengan? Poco a poco se debe ir desarticulando a los grupos violentos, persiguiendo cada delito, castigando con penas justas a quienes los cometen y, lo más importante, recuperar el control del territorio. El “conflicto” nutre economías ilegales y viceversa, pero, finalmente todo radica en el poder, ese que ha perdido el Estado y que mientras más tarde en recuperar más profundizará la violencia.

Los estados de excepción constitucional son una herramienta momentánea. Cuánto duren va a depender del trabajo que realice el Estado para volver a tener el poder. Sólo quitándoselo a las orgánicas terroristas, se logrará alcanzar el equilibrio. Pero, para hacer tortillas hay que romper huevos. Ahí está el dilema, ¿estamos dispuestos a romper los huevos? (El Líbero)

Pilar Lizana